Tengo la espada sagrada? - Capítulo 22
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Capítulo 22 – ¿Qué hay…?
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El nuevo grupo de Alexia avanzaba de forma constante por una vasta extensión de nieve. El terreno despejado ofrecía una visión clara en todas direcciones debido a la poca nieve que caía del cielo, pero el ambiente del grupo estaba por los suelos.
“¿No les parece que esta zona es increíble? Es imposible que no veamos si se acerca un monstruo”, comentó Leo en un tono optimista, en un intento de aliviar el ambiente.
“Sí, y también es genial para que los monstruos nos encuentren más fácil. Apresuremos el paso a menos que quieran que seamos fichados como el siguiente plato de comida”, respondió Alexia en un tono severo, provocando que el grupo acelerara el paso.
Siete horas. Siete horas habían pasado desde que comenzaron la expedición, y, aparte de las breves peleas que tuvieron con unos lobos cercanos al área del campamento, ya los estaba empezando a asustar todo lo que se estaban alejando del campamento, después de todo…
Por más oro que Alexia les fuera a ofrecer, si llegaban a morir o perderse aquí, era inútil.
La tensión entre el grupo que Alexia había contratado había comenzado a crecer, y ella era consciente de que pronto tendrían que hacer una parada para descansar debido a la fatiga y al hambre.
‘Maldita sea… ¿cómo puede existir un lugar así?’, se preguntó Alexia con cierto desagrado debido a que este camino le ocasionaba mal augurio, ya que desde que se adentraron en él, no se habían encontrado con ningún otro enemigo.
Esto solo significaba dos cosas…
O estaban en una hora donde las criaturas no solían merodear…
O un depredador más grande había acabado con todos…
Pocos minutos pasaron hasta que al fin lograron ver una extensa línea de árboles a la distancia. Esto motivó al grupo a avanzar aún más rápido, rompiendo así la formación.
Alexia iba a regañar a los caballeros por no quedarse en sus posiciones, pero decidió motivar a los que le rodeaban a seguirles el paso.
A medida que se acercaban, los detalles comenzaron a hacerse más claros y sorprendentes.
Los árboles que se alzaban ante ellos no eran comunes. Sus troncos eran de un color rojizo profundo, como si estuvieran impregnados de una esencia.
Las hojas, en cambio, eran escarlatas y brillaban con una luz tenue que contrastaba con el paisaje nevado.
Esta iluminación natural daba la impresión de que los árboles poseían una vida propia, emanando una energía cálida que atravesaba el frío circundante.
“¡Apúrense chicas, miren esto!”, gritó Leo emocionado mientras arrancaba una de las hojas al igual que como habían hecho los otros caballeros.
“Esto es… increíble”, murmuró Mara, sus ojos estaban brillando del asombro. “Nunca había visto algo así…”
“Es como si los árboles mismos estuvieran vivos”, añadió Selena mientras observaba de cerca una de las hojas resplandecientes que le había entregado Darius.
“No podemos bajar la guardia”, interrumpió Alexia, sus orejas se estaban moviendo ligeramente.
“Algo grande se está acercando”, dijo Alexia mientras se quitaba una de sus prendas.
“¡Júntense! Mara, prepara el hechizo para ocultar nuestra presencia. Todos tiren una prenda al suelo y desplacémonos juntos en línea recta”, indicó Alexia en voz alta debido a que todos seguían distraídos admirando la belleza del bosque.
Mara, dándose cuenta de que Alexia hablaba en serio, empezó a recitar el hechizo mientras los demás obedecían las órdenes de Alexia.
A lo lejos, se empezó a ver una criatura de gran tamaño muy similar al tamaño de un dragón, pero era un lobo.
“¿Qué mierda es lo que comió para crecer así?”, dijo Darius en voz baja mientras retrocedía con todos en línea recta.
A los pocos segundos el lobo estaba en la entrada del bosque olfateando el lugar en el que ellos habían estado.
Su tamaño era intimidante. Aunque lograran asestarle un ataque sorpresa con magia, no podían garantizar una victoria y más sin arriesgar la vida de alguno de los caballeros.
Alexia ya había explicado este plan antes, ya que Mara había dicho que se le daba bien la magia en área… debido a que para ella pegarle a un solo objetivo era complicado y molesto.
Cada vez más la distancia que los separaba entre aquel gigante e intimidante lobo era más grande, y justo cuando pensaron que este iba a adentrarse más en el bosque para ver hasta dónde llegaba el origen del aroma que estaba oliendo, se dio media vuelta.
Esto hizo que todos soltaran un suspiro de alivio, pero cuando vieron que el lobo empezó a hacerse bola frente a solo unos pasos por donde habían entrado…
‘Mierda’, pensaron todos al unísono.
Solo cuando estuvieron considerablemente lejos de esa enorme bestia, fue cuando Mara deshizo su hechizo. Thorne la sostuvo debido a lo agotada que terminó su compañera.
Mientras todos se separaban para pasar el susto, Aiden le hizo una señal a Alexia para que lo siguiera.
Una vez se alejaron lo suficiente del grupo, Aiden le preguntó:
“¿Viste el tamaño de esa cosa?”
“Sí”, respondió Alexia de inmediato.
“Esto no estaba en el trato, Alexia. ¡Esa cosa era del tamaño de una mansión! ¡Tres veces más grande que nuestra tienda de campaña! Ni siquiera el maestro se enfrentó con algo que tuviera ese maldito tamaño, ¿qué estamos buscando exactamente?”
“No te lo puedo decir”, respondió Alexia, indiferente a la crisis que estaba teniendo Aiden.
En parte entendía su reacción, pero un trato era un trato.
Aiden, que al inicio había visto esto como dinero fácil, debido a la confianza que había creado con su grupo en las cacerías que hacían cercanas al campamento, nunca, en sus temibles pesadillas imaginó que se encontrarían con una bestia de ese tamaño.
Y lo que más miedo le daba… era que esa criatura antes de voltearse había mirado varios segundos en la dirección en la que ellos estaban retrocediendo.
¿Qué había en este bosque como para que esa criatura mostrara ese nivel de cautela?
El solo pensar en eso provocó un escalofrío en todo su cuerpo.
“Nos vamos”
“¿Qué?”, preguntó Alexia al escuchar la declaración de Aiden.
“Esto está escalando demasiado. Mi grupo no va a avanzar más para buscar ese maldito objetivo. Puedes ir tú con tu grupo a buscarlo, pero nosotros buscaremos la forma de volver”
Soltando un suspiro de fastidio, Alexia intentó agarrar el hombro de Aiden, pero este apartó su mano.
“No me toques”
“Mira, tanto tu grupo como el mío están cansados por todo el tiempo que llevamos caminando. ¿Qué te parece si comemos juntos antes de separarnos?”
Esta pregunta dejó pensando a Aiden.
“Piénsalo, seríamos más, estaríamos más seguros, y ya luego cada quien toma su camino”
“¿Ustedes no van a volver?”
“Eso lo discutiré con mi grupo”, contestó Alexia con una sonrisa falsa.
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