Tengo la espada sagrada? - Capítulo 41
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Capítulo 41 – ¿Qué es eso?
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Aiden, aún más desconcertado por la respuesta de Eleonora, dudó un instante, pero entendió que responder sería crucial.
A pesar de lo extraña que era la situación, sabía que cualquier movimiento en falso podía llevar a un conflicto directo.
“Sí, somos aliados… de Camila.”
Eleonora esbozó una sonrisa más amplia. Observó al grupo de humanos, notando la tensión en sus posturas.
Aunque intentaban parecer calmados, el miedo los traicionaba.
Eleonora, a pesar de todo el tiempo que había estado encerrada, sabía lo que implicaba su poder.
Envidia.
Fuera de familiares o de desconocidos, esa semilla tarde o temprano nacía y se expandía más y más conforme el estatus de su candidato mejoraba gracias a su fuerza.
Por eso, Eleonora miraba siempre con escepticismo a todo humano que no fuera su candidato, porque tarde o temprano estos le podrían hacer daño, pero ahora mismo…
‘Esperaré’, pensó Eleonora mientras sentía cómo la consciencia de su candidato descansaba.
Por alguna razón, no importaba cuánta fuerza obtuviera un humano de su vínculo con ella. Si sus seres queridos sufrían, el contrato siempre peligraba.
Ni siquiera llevaba 10 minutos de contrato, y ya se encontraba con un problema, pero más que molestarla, la divertía.
Así que, aunque podía sentir la desconfianza y el temor en el aire, decidió probar otro camino. Si estos humanos, que parecían dispuestos a apuntar sus armas contra ella, eran verdaderamente amigos de Camila, tal vez había espacio para el diálogo.
“Interesante…” murmuró Eleonora, todavía con esa expresión traviesa. “Si son sus aliados, entonces, ¿por qué su hechicera fue a curar a la otra chica… en lugar de ayudar a su supuesta aliada?” Pronunció Eleonora esas últimas palabras con un toque de burla, señalándose a sí misma con el cuerpo de Camila.
Aiden frunció el ceño ante la acusación, pero rápidamente intentó explicarse.
Sabía que cualquier malentendido en este momento podría terminar muy mal.
“Thorne tiene pociones en su bolsa. Pensábamos tratar a Camila con ellas mientras Selena curaba a Marta.”
Eleonora entrecerró los ojos, claramente escéptica.
“¿Pociones? ¿Qué es eso?”
Nunca había oído hablar de tal cosa en su época.
Su desconfianza se hizo evidente en la forma en que miraba a Thorne, quien llevaba las pociones.
Aiden se dio cuenta de que Eleonora realmente no conocía ese tipo de curación, lo que lo dejó confundido.
¿¡Cómo no podía conocer lo que era una poción!?
¡Esas cosas eran lo más básico en la alquimia y un requisito mínimo para todo grupo de exploración!
‘¿Acaso vienen de otro tiempo…?’, fue lo que pensó Aiden, pero ahora mismo no tenía tiempo para eso.
Marta estaba herida y no sabían cuándo los lobos u otra criatura tomaría la iniciativa de atacarlos.
Aiden intentó tranquilizarla, aunque sentía que estaban caminando por una cuerda floja.
“Son… brebajes mágicos que pueden acelerar la curación. No íbamos a dejarla sin atención.”
Eleonora los observó por un momento, con una mirada crítica que los hizo sentir vulnerables.
Luego, como si hubiera llegado a una conclusión, preguntó:
“¿Pero son amigos… o familiares?”
El grupo intercambió miradas nerviosas.
La pregunta los descolocó, como si se hubieran enfrentado a un interrogatorio inesperado.
Pero después de un breve silencio, Aiden, con algo de inseguridad, respondió:
“Somos sus amigos.”
Eleonora soltó un suspiro de aparente alivio, aunque la sonrisa en su rostro permanecía.
“Ah, lo entiendo ahora…” musitó, como si eso le hubiera aclarado algo. “Entonces, si son sus amigos, no puedo simplemente dejar morir a esa chica que está al borde de la muerte, ¿verdad?”
Y con esa afirmación, sin esperar respuesta, Eleonora dio media vuelta y comenzó a caminar hacia Marta, quien yacía en el suelo, gravemente herida, con Selena aún arrodillada a su lado mientras recitaba su hechizo de curación.
El grupo observó, atónito y en tensión, sin atreverse a intervenir, pero claramente preparados para actuar si Eleonora hacía algo extraño.
Cuando llegó junto a Marta, Eleonora miró a Selena y, sin dudarlo, dijo:
“Quítate.”
Selena la miró con incredulidad y negó con la cabeza, su voz temblando ligeramente.
“Todavía la estoy tratando.”
Eleonora sonrió con confianza, ignorando la creciente hostilidad del grupo.
Se agachó junto a Marta, observando con detenimiento las heridas en su cuerpo.
Podía sentir cómo los chicos detrás de ella se movían inquietos, listos para atacar si hacía algo indebido. Pero eso a ella no le importaba.
Lentamente, Eleonora llevó su mano derecha hacia su boca y, con un gesto decidido, mordió su propio pulgar, lo suficientemente fuerte como para que la sangre brotara.
Un hilillo de sangre se deslizó por su dedo mientras lo acercaba a los labios de Marta, quien respiraba con dificultad, apenas consciente.
“¿Qué estás haciendo?” exclamó Selena, pero ya era demasiado tarde.
Eleonora había introducido su dedo ensangrentado en la boca de Marta, haciendo que la chica empezara a tragar la sangre por instinto.
Selena se quedó helada, incapaz de detenerla, y gritó el nombre de Aiden.
“¡Aiden!”
Aiden, en alerta máxima, dio un paso adelante, advirtiendo con voz tensa.
“Detente ahora mismo.”
Pero Eleonora, en lugar de alterarse, simplemente alzó la mirada hacia él, manteniendo la calma en todo momento.
“¿Por qué son tan ruidosos?” preguntó Eleonora con una voz suave, casi maternal. “¿Acaso no ven bien?”
Con su mano libre, Eleonora bajó la ropa que cubría su cuello, mostrando una herida que antes era visible en la piel de Camila.
Para sorpresa de todos, el área dañada comenzaba a emitir un ligero vapor, y la herida se cerraba lentamente ante sus ojos.
Aiden, Thorne, y los demás observaron con incredulidad cómo el cuerpo de Camila sanaba. Y no solo eso. Marta, que momentos antes estaba al borde de la muerte, empezó a respirar más fuerte.
Aunque seguía tosiendo, sus heridas empezaron a emitir el mismo vapor que el cuerpo de Camila, y poco a poco, su piel mostraba signos de sanación.
La ropa que llevaba puesta también empezaba a humear, como si el poder de Eleonora estuviera fluyendo directamente hacia ella.
El grupo se quedó sin palabras, paralizado por la confusión y asombro que sentían.
¿¡Qué clase de magia era esa!?
Eleonora, mientras tanto, se mantuvo impasible, observando el efecto de su sangre en el cuerpo de Marta.
‘Vaya… de verdad que estoy débil. A pesar de toda la sangre que se tragó, todavía no se ha levantado…’, pensó Eleonora mientras su mirada se enfocaba ahora en su invocación, que para ella era como una niña pequeña que no sabía qué diablos hacer en esta situación.
‘¿Debería matarla?’
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