Tengo la espada sagrada? - Capítulo 42
✨ New novels every Tuesday and Saturday, and new chapters every Wednesday, Friday and Sunday!
🔥 Check out the latest releases and chapters here!
🌟 Join our WhatsApp group to request novels and receive the latest updates
📱 To add us to your favorites, tap the browser menu and select “Add to Home Screen” (for mobile devices).
Capítulo 42 – Fallamos.
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
El bosque se extendía a su alrededor, mientras Alexia, Leo e Isuke avanzaban de rama en rama.
Sus movimientos eran rápidos y precisos, pero no podían evitar sentirse cada vez más frustrados por el tiempo que llevaban buscando a Eleonora sin resultados claros.
Alexia, con sus orejas felinas bien atentas y su cola balanceándose detrás de ella, intentaba enfocar todos sus sentidos en rastrear a la espada-ego.
De repente, Alexia se detuvo en seco, clavando la mirada en un claro no muy lejano.
A lo lejos, vio al grupo de Aiden en el suelo, rodeados de cadáveres de lobos. El aire olía a sangre, pero había algo más.
Si bien se notaba que los lobos no habían sido eliminados en su totalidad, era obvio que el grupo de Aiden había enfrentado una amenaza mucho mayor, y sin embargo, los lobos restantes parecían haber huido.
Algo había forzado a esas criaturas a retirarse, pero… ¿qué?
Mientras escudriñaba el área, Alexia sintió un escalofrío recorrerle la espalda.
Allí, en el centro del caos, estaba una figura que destacaba incluso entre la carnicería: una chica de cabello blanco.
Todos sus instintos le gritaban que se mantuviera alerta. Sin siquiera conocerla, su sola presencia irradiaba peligro.
Leo aterrizó en la misma rama que ella, notando que Alexia se había detenido de repente.
“¿Qué pasa? ¿Por qué te detienes?” preguntó Leo, ajustando su postura en la rama para no perder el equilibrio.
Alexia levantó la mano, señalando hacia el grupo en el suelo.
Leo siguió la dirección de su dedo y sus ojos se abrieron al instante, sorprendido.
No era solo la situación lo que lo dejaba sin palabras, sino el detalle más inquietante: Camila, una de las suyas, sostenía una espada negra. Una espada que no debería estar en sus manos.
Leo chasqueó la lengua con irritación, comprendiendo de inmediato el peso de lo que estaban presenciando.
“¿Qué diablos…?”
Isuke, que no había podido saltar a la misma rama porque ya no había espacio, miró hacia arriba, confundido por la repentina pausa en el avance.
“¿Por qué se detienen?” preguntó Isuke desde la rama inferior mientras tomaba aire.
Alexia volteó lentamente hacia él, su rostro lleno de frustración y resignación.
Isuke tragó saliva al ver la expresión de Alexia. Su estómago se encogió al notar la tensión en el ambiente y cómo sus compañeros parecían estar enfrentando una derrota.
Sin embargo, fue entonces cuando lo notó: la chica de cabello blanco.
Aunque su mente intentaba negarlo, todo en su cuerpo le gritaba que esa figura debía ser Eleonora, por la energía que lo atraía.
Pero algo estaba terriblemente mal. Eleonora no debería poder moverse, y mucho menos tener un cuerpo humano.
¿Cómo era posible eso?
¿Qué estaba ocurriendo exactamente?
Isuke apartó la mirada de Eleonora y se concentró en los lobos que habían seguido al grupo.
Algo extraño estaba ocurriendo: los lobos no parecían interesados en acercarse al grupo de Aiden, a pesar de que estos estaban claramente en el suelo.
‘¿Algo los estará repeliendo?’, pensó Isuke.
Frustrada y sintiendo un vacío en el pecho, Alexia se dejó caer lentamente en la rama en la que estaba parada, con los ojos fijos en el suelo mientras sus orejas se inclinaban hacia atrás en señal de tristeza.
El susurro de su voz, apenas audible, escapó entre sus labios:
“Fallamos…”
Leo, sin dejar de observar la escena, dejó escapar una risa amarga.
“¿De verdad pasamos por todo esto… para nada?”
Su tono, aunque aún teñido de incredulidad, llevaba consigo una clara sensación de derrota.
Para Alexia, esto no era solo una derrota. Habían perdido más que la espada-ego; también habían perdido los derechos de explotación del bosque, y con ellos, la gran suma de dinero que había prometido a ese grupo.
Las opciones eran escasas y todas se sentían igual de devastadoras.
Por todos lados, habían fallado, y eso la golpeó con fuerza.
Sus orejas se cayeron aún más, y su cola, que usualmente se mantenía en movimiento, ahora estaba completamente inmóvil, colgando lánguidamente detrás de ella.
Leo, por su parte, aunque intentaba aparentar indiferencia, no podía ocultar su propia decepción.
La emoción que había sentido al imaginarse a sí mismo como el gran caballero que empuñaría la legendaria espada-ego se había desvanecido por completo.
Sus sueños de fama y reconocimiento se habían desmoronado ante él, dejando solo un vacío profundo y desalentador.
Isuke, viendo cómo tanto Alexia como Leo caían en el pesimismo, comenzó a sentir un peso sobre sus hombros.
No solo había fallado en ayudar a sus amigos, sino que también había fallado en guiarlos.
La culpa lo aplastaba, y al observar el terreno bajo ellos, donde el grupo de Aiden parecía estar a salvo de los lobos, intentó reunir el poco optimismo que le quedaba.
“Bueno…” comenzó Isuke, intentando mantener una voz firme. “Podríamos bajar… ver cómo están las cosas. Tal vez aún podamos ayudar… de alguna manera.”
Y otra gran razón por la que quería bajar…
Era porque quería hablar cara a cara con Eleonora.
.
.
.