Tengo la Espada Sagrada? - Capítulo 6
Capítulo 6: Interludio – Perdidas inéditas
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—No quiero levantarme…
Acostada en la cama de mi habitación; abrace a mi almohada a la vez que miraba un reloj.
10:35 a.m.
Dentro de 15 minutos tendría que ir a visitar la habitación de Sofía.
«Que fastidio» Pensé a la vez que mordí la almohada.
Por suerte, el día de ayer, la misión termino bien; regresamos sanas y salvas. Cuando volvíamos a la ciudad hubo varios rumores acerca de las explosiones que habían ocurrido en el bosque.
Yo por mi parte no le di mucha importancia a todo ese asunto; apenas llegué simplemente me acosté a dormir.
La encargada del papeleo y todo lo relacionado a estos asuntos es Sofía, aunque a veces Lia la ayuda de por medio. Diana y yo, por nuestra parte, solo nos ocupamos de mantener todas las instalaciones ordenadas.
«Agradezco a dios con que esta habitación no contará como una instalación… si no como algo de uso personal»
Toda la ropa y armadura, que use ayer, está tirada por el suelo.
Inmersa en mis pensamientos, alguien tocó la puerta.
—¡Paaase~!
Entrando sin dudar; mi compañera se me acerca.
—Francisca, ¿tienes un momento?
—Sí~
Levantándome y prestándole atención a lo que va a decir Diana, observó que ella trae una carta entre manos.
—Ten.
Directa y yendo al grano; me entrego una carta.
—¿Eh? ¿Por qué? ¿De que me perdí? ¿Quién me envía esta carta?
Confundida; tenía muchas preguntas, pero Diana siguió hablando en un tono desanimado.
—Esta es mi dirección.
—¿Tu dirección? No entiendo…
—Léelo después, Sofía te está esperando.
—¿¡Qué!? ¿¡Ya!? ¡Pero si es a las 10:50 a.m. mi reunión con ella! Apenas son… las 10:39 a.m.
Parecía que me tomaba toda esta situación como una broma mientras que Diana reflejaba una cara la cual no se creía todo lo que pasaba.
Shock.
Eso era lo que mostraba perfectamente su rostro. Quedándose sin palabras, por varios segundos, me respondió:
—Cierto, aunque… Francisca, solo por esta vez, ¿puedes ir más temprano a la reunión? Ya Lia y yo estamos listas, solo… faltas tú.
Extraño.
Todo este ambiente me parece muy extraño.
Parecía que quería decirme algo importante; pero no podía.
«¿Me van a despedir?» Fue el primer pensamiento que se me vino a la cabeza.
Tiene sentido que en una empresa o lugar de trabajo echen a los que produzcan menos resultados, pero en mi caso… dudo haber rendido tan mal.
Estoy temblando.
¿Es esto miedo?
—B-Bien me cambiaré para ir a h-hablar con Sofía… Gracias, Diana— Mi voz empezó a romperse.
Esto debe de ser una pesadilla.
No puedo llorar.
—Francisca.
Tratando de recordar y ver porqué terminaron las cosas así, Diana me agarro de la cara; quede perpleja.
—¡Francisca!
Tengo que aguantar.
—¿Qué?
Mi tono triste se empezaba a notar cada vez más. Trate de no mirarla fijamente a los ojos, pero Diana se acercó cada vez más a mi rostro.
Azules; los ojos de Diana me recuerdan al océano.
—Se fuerte.
No entiendo.
¿Es porque siempre me levanto tarde?
¿Notaron que hago con mucha pereza la recolección de materiales de los monstruos que cazamos?
¿Limpio mal?
¿Soy una valquiria tan mala?
Y si es así…
«¿¡Por qué no me dijeron nada!?» Eran las palabras que quería gritar, pero me tenía que controlar.
Diana me dio un abrazo.
—Nos vemos.
Diana salió de mi habitación.
Estoy sola; un largo suspiro escapo de mí.
—¿Por qué?
Había empezado a llorar. Agarrando mi almohada y dándole otro mordisco; grité.
«Solo… necesito 5 minutos más» A parte de la carta de Diana y cerré mis ojos.
◇◆◇
Voy en camino a la habitación de Sofía; cada paso se siente pesado. El pasillo y el piso de abajo están más callados de lo habitual.
¿Por qué?
Fue lo que me pregunte hasta que llegue a la habitación de Sofía.
Irónico.
«¿Por qué en los lugares de trabajo en donde hay un ambiente tan familiar duele tanto despedirse? Puedo buscar otro equipo…»
No sé si era por el tiempo que tengo aquí, pero le agarre cariño a todo lo que hacemos aquí. La peculiaridad de que la habitación de Sofía fuera el lugar en donde se hablan las cosas más importantes, y de que allí es donde nos entregan el dinero; me causo gracia.
«Todo lo bueno se acaba en algún momento; supongo»
Mentalizándome, toque la puerta.
—¿Diana?
Quedándome en blanco por unos segundos, respondí:
—No, soy yo. Francisca.
—¿Pasa?
Extrañada ante mi respuesta, entré.
Sofía parecía confundida.
«La que tiene de poner esa cara aquí tendría que ser yo, idiota»
—¿Por qué no entraste como siempre?
—No sé.
Mordiéndose los labios, Sofía trato de entender mi respuesta.
—¡Oh! La hora, tranquila ya estoy acostumbrada; siempre llegas tarde después de todo.
10:57
Es la hora que mostraba su reloj.
Me senté de forma silenciosa en el mueble verde grande en donde está sentada ella.
—¿Te sientes bien?
—Sí.
La cara de Sofía se sentía distinta, pero igual podía ver que estaba nerviosa; la conozco demasiado.
—¿Sabes? Lo estuve pensando demasiado ayer, ¡eres genial! También graciosa, valiente y…
Sofía solo seguía halagándome con una sonrisa muy extraña en su rostro. Sé lo que va a pasar.
«Solo dilo»
Me estoy preparando.
—Y por eso…
Extendiendo su mano, Sofía hizo aparecer una pequeña bolsa roja.
—Toma. Felicidades, Francisca.
Entregándome la bolsa, noté algo enseguida.
—¿Eh?
La bolsa pesa demasiado.
Dando un vistazo rápido me doy cuenta de la cantidad astronómica que me están entregando.
—¿S-Sofía?
—¿Qué?
—¿¡Por qué me das 160 de oro!?
—¿Es muy poco?
—¡No! ¡Es demasiado! ¿La magia te arruino el cerebro?
Me tapé mi boca al momento que me di cuenta de lo que dije.
Sofía se empezó a reír.
—¡Eres genial, Francisca!— Dándome una palmada en la espada, siguió riéndose. —Espero que sigas así mientras guías a las chicas.
—Un momento, ¿guiar?
—¡Sí!
—¿No me vas a despedir?
Parando abruptamente su risa, Sofía seriamente me miró.
—¿Y por qué haría eso?
—¿¡Entonces… y este dinero!? ¡D-Diana me entrego una carta!
—Oh, es que ella hará una fiesta.
Vergüenza; mi cara esta como un tomate ahora mismo.
Tierra, trágame.
—¡Ya veo! Hahahaha— Intento fingir mi risa para escapar de ese tema. —¿Y de qué trata la fiesta?
—Francisca…
—¡Sí!
Haciendo una pequeña sonrisa burlona, Sofía se me acercó.
—¿En que estabas pensando? ¿Cómo es eso de que te iba “despedir”? ¡Dímelo!
Haciendo un énfasis burlón, en lo que antes había dicho yo muy en serio, tape mi rostro.
—¡Eso no importa!
—¡A mi si me importa! Dimelo~
—¡No! ¡Olvídalo!
—Muy tarde; use un hecho para recordarlo para siempre.
—¡¡Aaaah!! ¡Eres malvada!
Escuche el sonar de una puerta.
—¿Eh?— Volteándome, me fijo que tocan la puerta de Sofía.
Su sonrisa poco a poco desapareció.
—¡Esperen! Todavía tengo derecho a 10 minutos. Son las 11:20 a.m.
No hubo respuesta.
—¿Sofía?
—¡Oh! Déjame explicarte. Me iré por un tiempo, pero no te preocupes; solo tienes que cuidar al equipo. ¿Sabes? Tus decisiones en las misiones muchas veces han sido muy buenas. ¡La de ayer fue excelente!
—Espera.
Ella no está para nada feliz; esta hablando lento e intenta aligerar lo que esta pasando.
—De momento eres la líder. ¡No olvides buscar un mago! Eso y un sanad-
—¿¡Cómo que buscar un mago!?— La interrumpí. —Sofía explícame.
11:15; quedan 5 minutos.
—Nuestro equipo esta bajo investigación por lo de ayer.
—¿¡Y tú que tienes que ver con eso!?
—Soy una maga y nosotras estuvimos cerca de ese incidente. Es muy serio todo esto, ¿sabes?
—¿Te van a matar?
No respondió.
Si algo he aprendido en este mundo; los castigos por cometer delitos son muy elevados.
—¿Qué hiciste?
—Ya hablé con las demás; no te preocupes. ¡Confía en la justicia!
Ella esta siendo optimista; aún en esta situación… lo sigue siendo.
Hubo otro golpe en la puerta.
1 minuto.
No sabía que más decir.
«Cierto, aunque… Francisca, solo por esta vez, ¿puedes ir más temprano a la reunión? Ya Lia y yo estamos listas, solo… faltas tú» De pronto, las palabras de Diana pasaron por mi cabeza.
Empecé a llorar.
—Oh, no estes triste…
Aunque intente taparme la cara, Sofía no me lo permitió. Se sentó en el mueble verde otra vez conmigo y me abrazó.
—Te visitaré.
—No puedes; es peligroso. Sospecharan de ti.
¿Por qué no puedo congelar el tiempo?
—Vive.
—Lo haré.
—Si mueres me molestaré.
La puerta se abrió.
El tiempo se acabó.
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