Vermillion - Capítulo 72
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Capítulo 72: Duelo (2)
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Por supuesto, Aileen estaba en contra.
“¿¡Qué demonios!? ¡U-un duelo por m-m-mi es simplemente ridículo…!”
Dentro de la tienda que habían tomado prestada de los aldeanos, Kei recibió un aluvión de quejas de Aileen. Ella misma estaba hecha un lío terrible, lo que hacía difícil saber si estaba realmente enfadada o avergonzada.
“¡Santo cielos! ¡Decidir algo tan importante sin mí! Tienes que tener en cuenta mis sentimientos al respecto, ¿Sabes? A-Además… incluso sin hacer algo así, a estas alturas…”
Aileen se sonrojó, jugueteando con las yemas de los dedos mientras empezaba a avergonzarse por sí misma, pero Kei respondió mientras se ponía la cota de malla con una expresión seria.
“Lo siento. Pero no he podido contenerme después de que me hayan provocado tanto”.
Kei se disculpó con Aileen mientras se ataba la espada al cinturón, con un matiz de arrepentimiento en su tono. La salida de la caravana se retrasó debido a su duelo, causando problemas a mucha gente, incluida ella.
Ahora que había pasado algún tiempo, permitiendo que su cabeza se enfriara, empezó a creer que ignorar a Alexei en ese momento habría sido la forma adulta de manejar las cosas.
Pero al mismo tiempo, recordó las palabras de Dagmar de que ‘los problemas por no seguir los procedimientos adecuados son mucho más dolorosos de tratar’.
¿Qué pasaría en el improbable caso de que Alexei recurriera a la violencia? Era tan problemático tratar con él porque Kei no podía afirmar con seguridad que nunca ocurriría. Aileen tenía habilidades defensivas de alto nivel, por lo que podría no ser tan sencillo secuestrarla, pero era difícil saber qué podría pasar en el proceso…
M%$rda, ¡Así que todo era culpa suya!
Kei se colocó su armadura de cuero, irritado, y se puso los guantes.
Mientras tanto, Aileen bajó la mirada hacia el carcaj y la vaina en su cintura, entonces preguntó con una mirada llena de preocupación: “…¿Va a ser una pelea seria?”.
“Sí, así es como resultó”.
“¿Así que después de todo, no lo vas a reconsiderar?”
“Bueno, yo también lo pensé, pero…” Kei hizo una pausa: “Dudo que ese tipo me escuche”.
“¡M%$rda, todo es culpa suya!” Con una expresión de convicción, Aileen llegó a la misma conclusión a la que Kei había llegado antes.
“Kei… por favor… asegúrate de no salir herido…”
“No te preocupes. Me preocupa más cómo no herirle”.
Le devolvió una sonrisa cínica mientras se ponía el casco de cuero.
-Será realmente difícil contenerme al usar mi arco.
Aunque Kei quería ganar el duelo, no quería matar a Alexei en el proceso. Por otro lado, predijo que los ataques a medias tampoco podrían detenerlo.
Pero si disparaba un tiro bien cargado, acabaría siendo fatal.
Y por último, lo más importante: no quería desperdiciar una de las pocas pociones que le quedaban en alguien como Alexei.
“De verdad, qué tedioso”. Kei bromeó y se encogió de hombros mientras se anudaba la cuerda de su máscara facial cerca de la garganta como remate.
“……”
Y, sin embargo, la ansiedad de Aileen seguía presente. Kei, que peinaba su lustroso pero despeinado cabello rubio hacia abajo, declaró suavemente, para darle tranquilidad: “No perderé contra un espadachín con mi arco. De todos modos, no quiero hacer que la gente me espere demasiado. Saldré en un santiamén y volveré en un santiamén”.
Tras inspeccionar su equipo y comprobar que no tenía ningún problema, salió de la tienda con Aileen.
Su destino era la orilla del río a las afueras de la aldea. Habían elegido la orilla del río como lugar para su duelo, ya que cumplía ambas condiciones: una distancia de 50 pasos en línea recta, así como un buen terreno.
Cuando llegaron allí, estaban casi todos los de la caravana, junto con tantos aldeanos que ni siquiera sabía de dónde habían venido. Al ver a Kei preparado para la batalla, con la cota de malla y la armadura de cuero, y un extraño arco compuesto de color bermellón en la mano, los aldeanos, que ya estaban bebiendo juntos, se entusiasmaron aún más.
“¡Yooo, conquistador, un poco tarde, no es así!”
Se escucho una voz ronca y familiar. Al mirar hacia su origen, encontró a Dagmar saludándole con el rostro sonrojado. Había extendido su manto en el suelo, y ahora estaba sentado en él mientras disfrutaba del vino con los aldeanos.
“Te he hecho esperar, supongo”. Incluso mientras sonreía irónicamente, viendo cómo Dagmar aparentemente volvía a beber, Kei dejó que sus ojos vagaran a izquierda y derecha, buscando al joven rubio entre los curiosos reunidos.
“…¿Dónde está?”
“No está aquí todavía. Relájate, ¡Tú llegaste primero!”
“Ya veo”.
Kei sonrió mientras relajaba un poco los hombros. Al mismo tiempo, se dio cuenta de que él mismo estaba algo tenso.
“¡Vamos! El duelo del siglo va a empezar en cualquier momento”.
En el centro de la multitud, Holland levantó la voz con un cuenco en cada mano.
“Por un lado, tenemos a un guerrero de las tierras de las nieves conocido por su intrépido valor: ¡El experimentado Guerrero Alexei! En el otro lado, un cazador extranjero que derribó al gigantesco y tiránico ‘Urs Grande’ con una sola flecha, ¡Kei! Sus orgullos varoniles chocarán para hacerse con el favor de una belleza sin igual. Ahora, ¡A quién sonreirá la diosa de la victoria! ¿Por quién van a apostar? ¿Quién será?”
Resultó que había estado organizando todo para dirigir las apuestas. Conmovidos por su abrasador discurso, el público comenzó a arrojar monedas en los cuencos y a coger los boletos de madera que tenía a sus pies. Holland no estaba muy contento con este duelo, pero ahora que se había decidido, pasó a la ofensiva.
“Como se esperaba de él”, rio Aileen, atrayendo a Kei con una sonrisa irónica propia.
“Oh, ¿Es esa la chica de la que se rumorea…? Definitivamente es una belleza”.
“Puedo ver por qué se pelean por ella”.
“Su largo cabello rubio es tan bonito”.
“Entonces, ¿Ese tipo con armadura de cuero es el que derribó al ‘Urs Grande’?
“Y he oído que lo hizo con un solo disparo de un arco”.
Probablemente porque se había relajado un poco, Kei empezó a escuchar fragmentos de las palabras que se decían dentro del caótico ajetreo. ‘Una belleza, eh’, Kei miró despreocupadamente a Aileen a su lado. Pero cuando Aileen lo miró en el mismo momento, sus ojos se encontraron por casualidad, haciendo que desviaran la mirada por reflejo.
“…”
Un silencio incómodo nació entre ellos.
“Hermano mayor…”
Esta vez, Edda apareció junto a Heidemarie. Se retorcía y estaba inquieta – de alguna manera diferente a su simplicidad habitual.
“Hola, Edda”.
Kei la saludó, pero no supo qué más decir. A su lado, Aileen se encontraba en la misma situación, por lo que se limitó a una vaga sonrisa.
“…¿Vas a batirte en duelo?”
“…Pues sí”.
“¿Con la hermana mayor en la hoguera?”
“Uf… supongo que se puede decir así”. Respondió Kei con una expresión bastante cabizbaja.
Edda sólo murmuró un abatido “…ya veo” como respuesta.
Sus ojos negros iban y venían entre Kei y Aileen. Su expresión era extraña, con tristeza y confusión a la vez.
“…Tienes que dar lo mejor de ti. No puedes perder”.
Al final, mostró una sonrisa incómoda, se dio la vuelta y salió corriendo sin esperar la respuesta de Kei.
“Vaya cielos, esa chica…” Heidemarie se rio mientras se frotaba la espalda doblada. “Ahora, Kei. Tú también eres todavía un muchacho joven, así que procura no lesionarte demasiado. Ten cuidado, ¿Me oyes?”
Quedándose sólo con eso, Heidemarie caminó lentamente tras Edda.
“…¿Qué fue eso?”
“…Ni idea”.
Kei y Aileen se miraron y se encogieron de hombros.
“Aun así, ¿Incluso una niña pequeña como Edda ha venido a observarnos?”
“Sí, bueno, también me preocupa cómo va a afectar a su educación”.
“Quizá se considere normal en este mundo…”
“Tal vez. Después de todo, es un mundo bastante peligroso”.
Charlaron entre ellos, poco a poco, sobre temas sin sentido para distraerse. Fingiendo no notar cómo todo el mundo centraba sus ojos en ellos, se limitaron a esperar que pasara el tiempo.
Y finalmente…
“Perdón por la espera”.
Por fin apareció Alexei desde la dirección del pueblo.
Entró en el escenario con Pierre, igual de armado que Kei. Llevaba una armadura de cuero chapado y un casco metálico tan pulido que brillaba al sol. Sus guanteletes y grebas estaban hechos del mismo metal blanquecino que su casco, y llevaban grabado un adorno de un animal parecido a un lobo. Sin embargo, dado que ambos objetos se habían utilizado mucho, los grabados se habían vuelto indistinguibles, ya que se habían destruido en su mayor parte gracias a los innumerables así como finos arañazos y cortes que presentaban.
En la parte superior del brazo izquierdo había un broquel metálico redondo de unos 30 cm de diámetro. Parecía ser otro objeto bastante desgastado -que debió salvar a su dueño muchas veces- con varios cortes de espada que atravesaban su superficie.
Y, en su mano derecha, Alexei sostenía su espada. Aquella espada, que empuñaba con facilidad y acaparaba mucha atención, podía describirse con una sola palabra: gran espada.
Era una espada gigante, de un solo filo, tan larga como la altura de Alexei, que tenía un gran físico que no desmerecía del de Kei. Tenía una empuñadura más bien larga para facilitar el balanceo, y una hoja con un arco suave que se curvaba hacia atrás. Junto con el hecho de que fuera de un solo filo, Kei no pudo evitar asociarla con una Odachi japonesa.
“¿Dónde has escondido esa cosa?”
Fingiendo una sonrisa despreocupada, Alexei respondió a la pregunta reflexiva de Kei: “Bueno, es una molestia llevarla fuera, así que la tenía guardada en el carruaje de Sir Pierre”.
Dio unos golpecitos en la espalda de Pierre con la mano izquierda. Puede que haya planeado que sea un golpe ligero, pero el golpe resultó ser más fuerte de lo que había esperado, haciendo que el delgado Pierre cayera hacia adelante.
“¡Gugh! ¡Ay! Eso duele, Alexei!”
“Ah, lo siento”. Alexei esquivó la mirada de reproche de Pierre sonriendo y rascándose la cabeza.
“Ahora bien, Aileen. Mira cómo voy a ganar tu corazón con este duelo”.
Miró a Aileen al lado de Kei con una sonrisa refrescante. En respuesta, la expresión de Aileen se distorsionó en disgusto mientras respondía: “¡Cállate! Ve a que te den una paliza como te mereces”.
Frente a Kei, Aileen lanzó insultos a Alexei que no eran del todo ingeniosos, pero que seguían sin tener perdón. Con una luz claramente perturbadora en sus ojos, Alexei torció los labios en una sonrisa y se los lamió.
“…Oh, qué irresistible”. Despreocupadamente, balanceó la gran espada de su mano derecha hacia abajo mientras mostraba una frívola sonrisa.
Había unos cuantos pasos de distancia entre ellos. La espada provocó un vendaval al desdibujarse y luego se detuvo repentinamente.
Los espectadores, que habían estado charlando, se quedaron todos en silencio.
Quizá lo hizo como demostración.
El sonido sordo del viento al ser cortado era la prueba de lo pesada que era aquella arma mortal. Balancearla con una mano y detener la hoja con precisión daba cuenta de la perfección de las habilidades de su usuario, y de que la gigantesca hoja no era para el mero espectáculo.
“¿Entendiste lo que quise decir?” Alexei hizo una mueca llena de confianza. “Hay una diferencia cuando se trata de la calidad de las armas especializadas. Ni siquiera puedes intercambiar golpes con una cosa tan aburrida como esa”.
Dijo mientras colocaba la gran espada en su hombro una vez más y miraba la espada larga en la cintura de Kei.
Kei suspiró y respondió: “No pienso echarme atrás a estas alturas del partido. No tiene sentido intentar provocarme tanto”.
Cuando los ojos de Kei se volvieron fríos y tranquilos mientras se ponía la máscara, Alexei borró también su expresión, asintió y se limitó a responder: “Ya veo”.
Un silencio insoportable dominaba el lugar.
Por un lado estaba Kei, con la expresión oculta tras su máscara, y por el otro Alexei, que ya ni siquiera se fijaba en Aileen. Habiendo dejado de hablar, sus miradas chocaban y se repelían mutuamente, ya que sólo rezumaba una inquietante quietud.
“¿Están los dos preparados?” Holland, que aparentemente se acercó a ellos sin ser notado, les preguntó con una mirada algo cansada.
“Sin problemas”.
“Todo listo”.
Respondieron secamente.
“Muy bien. Entonces luchen con todas vuestras fuerzas para que no tengan remordimientos”.
Al escuchar las palabras de Holland, Alexei miró a Kei una vez más y, sin mediar palabra, bajó la visera de su casco. Ocultos dentro de la visera, sus ojos azules atravesaron directamente a Kei a través de los huecos de la visera. Cuando Alexei se dio la vuelta, el cuervo se dividió en dos para dejar paso a la distancia de cincuenta pasos. Mientras miraba a su espalda, Kei -manteniendo también su silencio- retiró lentamente la funda de su carcaj.
“Kei…”
Aileen puso su mano en el brazo izquierdo de Kei mientras se mordía el labio.
“No te preocupes”. Kei formó una sonrisa lo más suave posible debajo de su máscara y colocó suavemente su mano sobre la de ella. “No pienso perder. Cree en mí”.
“…De acuerdo”.
Aileen, con una expresión incómoda y miserable, agarró con fuerza su mano por última vez y se retiró a la primera fila de los espectadores.
“…”
Apartando su mirada de Aileen, Kei cambió sus pensamientos.
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Este capítulo se tradujo lo más antes posible gracias a Alonso!
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El capítulo 72
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