Tengo la espada sagrada? - Capítulo 51
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Capítulo 51 – ¿En serio confían en él?
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Alexia avanzaba rápidamente; sus pisadas en la nieve dejaban un rastro que poco a poco era borrado por el viento helado.
‘Este maldito frío…’, pensó Alexia con cierta molestia.
Su corazón latía con fuerza y su respiración era agitada mientras miraba al frente, deseando llegar cuanto antes al lugar donde Eleonora y aquella chica de cabellos blancos habían ido.
El hecho de que los ataques de sus compañeros hubieran cesado le brindaba algo de alivio, pero la repentina tregua la llenaba de preguntas.
¿Qué había pasado?
Al llegar, Alexia vio a Eleonora conversando tranquilamente con Valentina, quien estaba rodeada de estudiantes que murmuraban en voz baja.
Alexia respiró profundo, aliviada al ver que, por ahora, la situación no se había descontrolado.
‘Bien… esto no escalará a algo problemático…’
“¡Oh, Alexia! ¡No puedo creer que hayas vuelto!”, exclamó uno de los chicos de la fila, que apenas la reconoció.
“¡Alexia, finalmente regresas! ¿Dónde has estado?”, preguntó con curiosidad una chica cercana, observándola con admiración.
“¿No escuchaste? Alexia estuvo explorando, ¿verdad?”, comentó otro estudiante, tratando de explicar su ausencia a quienes no estaban al tanto.
Alexia sonrió con formalidad, a pesar de que estaba molesta por los ataques de antes, y les devolvió los saludos con una ligera inclinación de cabeza, manteniendo su postura seria mientras decía:
“Gracias a todos por la cálida bienvenida, pero debo hablar con la presidenta”.
Sin más palabras, Alexia avanzó hacia Valentina.
Valentina le dirigió una mirada de sorpresa, notando el aspecto desordenado de Alexia: sus ropas algo empapadas y sus mejillas enrojecidas por el frío.
“¿Podemos hablar un momento a solas? Es sobre Camila y la chica que la acompaña”.
Esta declaración sorprendió a la presidenta, quien recordó que Alexia había ido inicialmente a explorar con Camila.
‘Quizá ella me dé una mejor respuesta’, fue lo que pensó Valentina.
Eleonora, la invocación, Alexia y Valentina se alejaron un poco del grupo de estudiantes.
Alexia lideraba el camino con calma, sintiendo los ojos curiosos de todos a sus espaldas.
Valentina fue la primera en romper el silencio.
“¿Qué pasó en la exploración? Has estado fuera por mucho tiempo”, preguntó con cierta inquietud en su voz.
Alexia respiró hondo, notando que la presidenta parecía confundida. Decidió ser directa y ver si podía aclarar las dudas con el mínimo de explicaciones.
“Antes de responder, presidenta… ¿qué piensas de Eleonora?”, preguntó Alexia, evaluando la reacción de Valentina.
Valentina parpadeó, desconcertada por la mención de un nombre que no le resultaba familiar.
“¿Te refieres a… esa chica?”, señaló a la joven de cabello blanco que, inexpresiva, observaba en silencio a su lado.
El desconcierto de Valentina se hizo evidente.
Alexia entrecerró los ojos, comprendiendo de inmediato que Eleonora no le había revelado su verdadera identidad a Valentina.
“Veo que no te contó quién es realmente”, dijo Alexia, alzando una ceja, antes de girarse hacia Eleonora. Viendo que ella no decía nada, decidió continuar.
“Primero, presidenta, mantén la calma”, sugirió Alexia con un tono de voz relajante, viendo cómo el desconcierto en Valentina aumentaba.
“¿Por qué estás diciendo eso?”, Valentina frunció el ceño, mostrándose cada vez más ansiosa.
“Porque ahora mismo, no estabas hablando con Camila”, explicó Alexia con cuidado. “Es Eleonora quien tiene el control de su cuerpo”.
La incredulidad pintó el rostro de Valentina, quien entrecerró los ojos y le dirigió una mirada intensa a Alexia.
“¿Es algún tipo de broma? Camila me explicó que esta chica extraña estaba con ella y…”, Valentina se detuvo, pensativa, notando que, aunque las palabras de Camila parecían encajar con su forma de ser, había algo… diferente en su comportamiento.
En retrospectiva, aunque lo había ignorado lo mejor que pudo para no causar malestar entre sus compañeros de clase, Valentina había sentido una extraña distancia en su amiga.
¿De verdad no había estado hablando con Camila…?
“Observa bien a Camila”, pidió Alexia con suavidad, señalando hacia la figura frente a ellas.
Valentina giró su cabeza para observar a su amiga y se dio cuenta de algo inquietante.
Las heridas leves que antes cubrían su cuerpo parecían haber sanado en gran parte, a pesar de que antes Camila había rechazado toda ayuda de sus compañeros para sanarla.
Una actitud que, en parte, Valentina entendía, ya que era lógico que estuviera molesta después de que casi toda la clase la había atacado. Pero…
¿Cómo había sanado todas esas heridas por su cuenta cuando no la vio recitar ningún hechizo?
Valentina intercambió una mirada con Camila, buscando respuestas.
Eleonora soltó un largo suspiro antes de hablar con cierto tono de frustración.
“Es verdad, lo que Alexia dice es cierto”, dijo Eleonora con una leve molestia en la voz, sin mostrar ningún tipo de vacilación.
“Entonces, ¿qué le hiciste a Camila?”, exigió Valentina, con una mirada llena de reproche.
Eleonora la miró con calma.
“Camila está descansando ahora mismo. Por si no lo sabías, estuvo a punto de morir”.
La dureza en su tono dejó a Valentina impactada.
Valentina le lanzó una mirada intensa a Alexia, queriendo exigirle explicaciones.
Sin embargo, Alexia le devolvió la mirada con determinación.
“¿Ya olvidaste que yo también estaba en la misma zona donde todos atacaban? No sólo estaba yo, también Isuke, Leo, Aiden… ¿me has visto quejarme de eso ahora?”, replicó Alexia, defendiendo su postura con firmeza.
Valentina, confundida pero comenzando a comprender la gravedad de la situación, se giró hacia Eleonora.
“Entonces, ¿qué es lo que buscas?”, preguntó, bajando la guardia, aunque aún mantenía la tensión en su voz.
Eleonora suspiró, aparentemente más relajada.
“Por ahora, necesito un lugar donde pueda descansar el cuerpo de mi candidata. Aunque puedo sanar sus heridas, toda la fatiga acumulada es algo que debe manejar ella misma, y si ahora mismo le devuelvo el control, lo más probable es que se desmaye por el dolor”.
‘Así que por eso Darius no caminaba bien a pesar de que ella lo curó con su sangre…’, pensó rápidamente Alexia al recordar la forma extraña en la que caminaba Darius.
“Entonces… ¿cómo es que puedes mantenerte de pie y caminar tan tranquila?”, preguntó Valentina, sin poder ocultar la incredulidad en su voz.
Eleonora soltó una pequeña carcajada.
Controlar un cuerpo que apenas había logrado escapar al borde de la muerte no era fácil, y más porque todas sus extremidades habían sufrido bastantes daños, por lo que el cuerpo de Camila aún se movía de forma torpe, y gran parte del tiempo Eleonora lo estaba forzando a seguir el ritmo que ella quería.
Conforme más tiempo pasaba, más Eleonora comprendía cuánto había decaído su poder al crear su invocación, sospechando que ahora mismo no tenía todo el poder que antes tenía.
Pero, aun así, y a pesar de sentir bastante fatiga al mover el cuerpo de su candidata…
“Porque esto no es nada para mí”, contestó Eleonora de forma seca.
“Bueno… ya que estamos en un lugar seguro, podrías considerar que Camila recupere el control para que descanse, ¿no te parece?”, sugirió Valentina, manteniendo su tono de voz suave pero firme.
Eleonora apenas dejó que terminara su oración antes de interrumpirla.
“¿Dónde está el dispositivo?”, preguntó Eleonora de forma directa, enfocando su mirada en Valentina.
Valentina frunció el ceño, parpadeando un par de veces ante el cambio repentino de tema.
“¿Te refieres al dispositivo de teletransportación?”, su tono reflejaba un intento de comprender hacia dónde quería llevar la conversación.
“Sí. Ese. ¿Dónde lo tienen guardado?”
“Bueno…”, respondió Valentina, eligiendo sus palabras con cuidado, “el profesor lo está custodiando; lo mantiene bajo estricta vigilancia mientras se recarga…”
Un suspiro casi inaudible escapó de Eleonora mientras inclinaba la cabeza levemente.
‘Bueno… confirmemos si esto que me dijo él también era verdad’, pensó Eleonora antes de decir:
“Dime algo, Valentina: ¿realmente acabaron aquí por accidente?”
Valentina se estremeció al escuchar la pregunta.
“Sí”, respondió, algo confundida por la insinuación, “fue un accidente. Nadie tenía previsto que el dispositivo nos trajera aquí”.
Eleonora entrecerró los ojos, dejando entrever una sonrisa gélida antes de proseguir.
“¿Y confían en ese profesor para sacarlos de aquí?”
Valentina parpadeó, claramente descolocada.
“¿A qué te refieres? ¿Qué estás insinuando?”, preguntó Valentina.
Eleonora mantuvo el tono serio y preciso.
“La presencia que había allí”, dijo Eleonora mientras señalaba la montaña alta donde antes había estado el profesor, “desapareció justo cuando yo empezaba a hablar contigo. Ni siquiera un aliado daría la espalda a alguien con mi… naturaleza, sin asegurarse de que está realmente seguro. A menos que… simplemente los considere como carne de cañón”.
Valentina y Alexia intercambiaron una mirada; ninguna parecía comprender completamente lo que Eleonora decía.
“¿Estás diciendo… que él nos usó como escudos?”, preguntó Valentina, la incredulidad marcándose en su rostro. “Pero… él prometió que activaría el dispositivo para regresarnos a casa. Nos dijo que está haciendo todo lo posible por sacarnos de aquí”.
“¿Estás segura de que él prometió eso?”, replicó Eleonora de inmediato.
La pregunta golpeó a Valentina como un balde de agua fría.
Su mente, de pronto, comenzó a revisar una y otra vez las interacciones que había tenido con el profesor desde que habían llegado a ese extraño lugar.
Recordaba su figura erguida, observando con aparente calma cada suceso que ocurría en ese lugar, pero… ahora que lo pensaba mejor, no podía recordar que en algún momento él les hubiera dicho, con palabras claras, que activaría el dispositivo para regresarlos a casa.
Todo parecía haber sido una suposición, algo que la clase había creído naturalmente.
Valentina sintió una punzada de inquietud al recordar cómo varios estudiantes se habían vuelto cada vez más críticos con el profesor.
Su actitud distante, su frialdad en situaciones de peligro, y sobre todo, esa falta de expresión en su rostro que, en retrospectiva, comenzaba a tornarse inquietante.
¿Y si realmente nunca tuvo intención de ayudarlos a regresar?
Valentina tomó aire, tratando de disipar el creciente nudo en su pecho, y miró a Eleonora directamente a los ojos.
“A pesar de todo… todo esto debe tener una explicación razonable”, murmuró con cierta inseguridad.
‘Lo sospechaba… estos humanos son muy jóvenes y estúpidos todavía…’, concluyó Eleonora.
“Como quieras”, contestó Eleonora, esbozando una sonrisa irónica. “Pero quiero verlo cara a cara. Al menos una vez”.
Valentina no respondió de inmediato, pues aún procesaba lo que acababa de escuchar.
Alexia, por su parte, también estaba bastante reflexiva con lo que había escuchado de la conversación.
Mientras tanto… la invocación de Eleonora observaba toda la conversación sin enterarse de mucho.
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