Tengo la espada sagrada? - Capítulo 50
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Capítulo 50 – Es ella.
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“¡Deténganse!” gritó Valentina, la presidenta de clase, con una furia que cortó el aire helado.
Su voz resonó como un trueno entre las montañas nevadas.
Al escucharla, los estudiantes, que ya tenían sus armas levantadas, titubearon.
Nadie quería enfrentarse a la presidenta, mucho menos cuando parecía tan molesta.
Valentina caminó hacia el frente, con pasos firmes, observando la situación con una mezcla de incredulidad y rabia.
“¿¡Qué están haciendo!?” repitió, señalando a Camila, la primera amiga que había hecho desde que llegó a la academia. “¡Esa es Camila! ¿Acaso no pueden verla?”
Su mirada perforó a cada uno de los estudiantes armados, que ahora comenzaban a murmurar entre ellos.
Uno de los alumnos con una lanza, un chico llamado Diego, se acercó a Valentina con dudas evidentes en su rostro.
“Valentina… el profesor nos dijo que había una amenaza acercándose… una presencia extraña y poderosa. No sabíamos que era Camila. Pensamos que…”
Las palabras se le atoraron en la garganta al darse cuenta de la magnitud de su error.
“¿Qué? ¿Pensaron que iban a matar a un monstruo? ¡Son unos idiotas! ¡Es Camila! ¡Si ella está con esa chica, entonces no es una amenaza!” Valentina alzó la voz aún más, su furia incrementando.
“¿Por qué no bajan sus armas? ¿Acaso son ciegos? ¿Ya olvidaron cómo ella sanó a Iván después de ese entrenamiento desastroso? ¿O a ti Lucía la vez que te enseño a usar magia de curación cuando nadie más quiso?”
Los alumnos señalados, Iván y Lucía, se miraron incómodos, bajando ligeramente su guardia.
A pesar de solo soltar solo dos ejemplos, lo cierto era que Camila había ayudado a varios estudiantes antes.
Lucía apartó la mirada, claramente avergonzada por haber participado en el ataque.
“Entonces, ¿van a seguir con este plan sabiendo que la persona que tienen delante es Camila?” La voz de Valentina fue como un dardo de realidad que los golpeó a todos.
Los murmullos crecieron entre los estudiantes, y aunque todavía mantenían sus armas levantadas, la duda se instalaba en cada uno de ellos.
Mientras tanto, Eleonora observaba todo desde el borde, un tanto perpleja por la rapidez con la que la situación había dado un giro. Ella había escuchado a Isuke mencionar que tenía compañeros de clase, pero jamás imaginó que la líder del grupo sería amiga cercana de su candidata, Camila.
Eleonora chasqueó la lengua, ligeramente frustrada por este nuevo giro de los acontecimientos.
Parecía que ahora ‘todos’ resultaban ser amigos de Camila.
‘Esto es ridículo’, pensó Eleonora, mientras su mirada se fijaba en los estudiantes.
Su molestia creció al recordar el ataque anterior.
Si su invocación no hubiera interceptado gran parte del daño, probablemente el cuerpo de su candidato había acabado en una situación pésima.
La invocación, que había estado en silencio hasta ahora, también estaba algo confundida por la escena que se desarrollaba.
“¿Puedo matarlos?” preguntó su invocación, con una expresión relajada.
Las palabras de la invocación, pronunciadas con tanta frialdad y naturalidad, provocaron un escalofrío en los estudiantes cercanos.
A pesar de su apariencia joven e inocente, la forma casual con la que hizo la pregunta les heló la sangre.
Uno de los estudiantes, que estaba temblando ligeramente, susurró:
“Valentina… esa chica dijo que nos va a matar…”
Ese comentario lo escucharon otros estudiantes que estaban cerca, lo que hizo que volviera a escalar la tensión, ya que… a pesar de que para Eleonora, ella y su invocación simplemente estaban de pie, debido a que ella ya estaba acostumbrada al estar expuesta a una gran cantidad de energía, debido a que antes la poseía, pero también por sus hermanas, no era consciente de la presión que ejercían ellas ante ese grupo de estudiantes.
Valentina giró su mirada hacia Camila.
Sus ojos buscaban desesperadamente una explicación, algún tipo de señal de que indicara que su amiga tenía a esa chica bajo control.
Con un suspiro resignado, Eleonora golpeó ligeramente la cabeza de su invocación, y habló en un tono despreocupado.
“Es solo una broma de esta chica”
…
Silencio.
Por unos segundos todos se quedaron en silencio por la explicación tan absurda que acababan de escuchar, pero mera casualidad…
“¡Jajaja!”, comenzó a reírse Valentina, sorprendiendo así a todos los estudiantes.
A pesar de que Valentina también tenía sus dudas por los ojos rojos que ahora tenía su amiga, lo cierto es que solo había una persona en el planeta capaz de dar una explicación así de estúpida a esta situación, y esa persona solo podía ser…
Camila.
“¿Ven chicos? Es ella, sigue siendo igual de distraída como siempre”
Las palabras de Eleonora combinadas con las palabras de la presidenta, hizo que los estudiantes bajaran la tensión lo suficiente como para que comenzaran a relajarse un poco.
El aura peligrosa de la invocación seguía presente, pero el hecho de que Camila parecía tenerla ‘bajo control’ les dio algo de alivio.
Arriba, observando todo en silencio, estaba el maestro.
Él había supervisado el combate a distancia, manteniéndose alerta por si tenía que lanzar otro gran hechizo, pero al ver que la situación estaba bajo control, habló con calma a uno de sus estudiantes más cercanos.
“Dile a los demás que pueden romper la formación. Todo parece estar en orden, ya no hay peligro.”
Las palabras del maestro, aunque tranquilizadoras, dejaron a todos un tanto perplejos.
¿Así de fácil?
¿El maestro simplemente daba por cerrado el asunto?
No hubo más tiempo para preguntas, ya que, con su orden, los alumnos de arriba comenzaron a relajarse por completo, bajando sus armas y dispersándose.
Algunos, aún confundidos, no dejaban de observar a Camila y a su extraña acompañante, preguntándose qué había sucedido realmente.
Varias chicas del grupo se acercaron a la invocación, algo tímidas al principio, y le ofrecieron unas ropas.
“T-toma… para que te cubras…”, dijo una de ellas, extendiendo un abrigo grueso.
La invocación aceptó la prenda sin decir una palabra, cubriéndose mientras observaba con una mirada neutral a las estudiantes.
Aunque su postura seguía siendo firme, la situación claramente ya no la veía como una amenaza.
Todo el grupo comenzó a reunirse alrededor de Camila, notando la gravedad de sus heridas.
Aunque aún estaban en un entorno nevado y el frío seguía arremetiendo con fuerza, la tensión que dominaba el aire poco a poco se fue disipando, dejando en su lugar una extraña calma.
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