Tengo la espada sagrada? - Capítulo 49
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Capítulo 49 – ¿Qué está haciendo?
El grupo avanzaba en silencio, concentrado en mantener la marcha y evitar ser sorprendidos por alguna criatura.
El ambiente era tenso pero relativamente tranquilo; la amenaza constante de ser atacados en cualquier momento los mantenía en alerta, pero hasta ahora no había señales de peligro.
A pesar de ello, Eleonora mantenía su atención en su entorno, y su invocación, con los sentidos más agudos, se movía vigilante a su lado.
De pronto, la invocación de Eleonora levantó la cabeza, como si hubiese detectado algo.
“Siento algo proveniente al frente”, le comunicó de inmediato.
Eleonora entrecerró los ojos, intentando percibir lo mismo, pero antes de que pudiese reaccionar, un gigantesco rayo de luz los impactó sin previo aviso.
La invocación, que estaba al frente, recibió el impacto directo mientras que Eleonora, a su lado, fue alcanzada por la onda expansiva.
La explosión fue ensordecedora, arrojando a ambos al suelo y envolviéndolos en humo y chispas de energía residual.
El grupo, que había quedado un poco más atrás, retrocedió instintivamente ante la explosión.
La fuerza del impacto levantó una nube de polvo y escombros de nieve, y durante unos segundos, todo lo que podían oír era el eco del trueno y el siseo de la energía mágica dispersándose.
Alexia fue la primera en reaccionar, gritando:
“¡Oigan! ¿Están bien?”
Mientras tanto, el abrigo que la invocación había estado usando estaba hecho pedazos, dejando al descubierto su piel desnuda.
Camila, bajo el control de Eleonora, se había protegido como pudo, pero su ropa también había quedado prácticamente destrozada, dejando marcas de quemaduras visibles en su piel.
Las quemaduras en el cuerpo del cuerpo de la candidata eran severas; podía sentir el ardor en su carne, pero la invocación, para su sorpresa, parecía apenas afectada, aunque su mirada era más peligrosa que nunca.
‘¿Quién se atreve a atacarnos?’, pensó la invocación, molesta.
“Maldita sea…” murmuró Eleonora, sacudiéndose la ceniza de su ropa hecha trizas.
Justo entonces, pequeñas ráfagas mágicas comenzaron a caer desde lo alto, en una lluvia mortal que obligó a todos a dispersarse.
“¡Sepárense en grupos pequeños!” gritó Alexia mientras esquivaba con agilidad las explosiones que caían desde el cielo.
Una bola de fuego casi la alcanza, pero logró rodar a un lado antes de recibir un daño grave.
A su alrededor, los demás intentaban protegerse como podían: Marta, haciendo uso de su magia, levantó un escudo brillante para proteger a Aiden, quien la llevaba cargada en su espalda.
“¡Qué diablos está pasando!” gritó Leo mientras esquivaba una ráfaga de viento afilada que casi le corta el brazo.
Isuke también sufrió algunos rasguños cuando intentaba evitar ser alcanzado por las bolas de fuego que llovían desde el cielo, pero se mantenía en movimiento, protegiéndose y ayudando a los demás.
Sin embargo, en medio del caos, una cosa quedó clara.
Estos no eran ataques de criaturas salvajes.
“Esto no es obra de monstruos…” murmuró Alexia, sus ojos afilándose mientras esquivaba otra bola de fuego, sintiendo el calor quemarle la piel. “Son… nuestros compañeros de clase.”
La confusión llenaba la mente de Alexia.
¿Por qué estaban siendo atacados por sus propios compañeros?
Si bien lograba evitar la mayoría de los ataques con su agilidad, algunos hechizos le rozaban, y tanto Leo como Isuke estaban comenzando a mostrar signos de agotamiento.
Eleonora, por su parte, se mostraba visiblemente molesta por la agresión, pero en lugar de temer, parecía casi disfrutar de lo que estaba pasando.
‘Qué predecible’, pensó Eleonora con una pequeña sonrisa retorcida.
Si ella estuviese en su lugar, probablemente haría lo mismo: ataques a distancia, rápidos y mortales para acabar con enemigos débiles.
“Vaya… me preguntó quién será el que planeó esto,” murmuró Eleonora con cierta admiración.
“¡Ven conmigo!” le ordenó a su invocación, que obedeció al instante.
Eleonora, aún herida pero determinada, comenzó a correr hacia la fuente de los ataques.
Mientras avanzaban, esquivaban lo mejor que podían los proyectiles mágicos que caían como lluvia de muerte desde lo alto.
Eleonora sonreía.
“Observa bien”, le dijo a su invocación.
Pero Alexia, al ver lo que estaba por ocurrir, se alarmó.
Era evidente que Eleonora iba en serio, y su fuerza combinada con la de su invocación podía provocar una masacre entre sus compañeros.
Si no la detenía, todos ellos iban a morir.
“¡Detente!” gritó Alexia con desesperación, pero Eleonora y su invocación ya estaban demasiado lejos para escuchar.
A medida que se acercaban a la montaña desde donde provenían los ataques, los hechizos que antes llovían de forma errática ahora se concentraban directamente sobre ellas, intentando detener su avance.
Ráfagas de viento afiladas como cuchillas, bolas de fuego, e incluso lanzas de hielo comenzaron a caer en su dirección.
Eleonora y su invocación avanzaban esquivando. La invocación lo hacía mediante puro instinto mientras que Eleonora lo hacía mediante su experiencia.
Aunque no todas las ráfagas lograban alcanzarlas, algunas esquirlas de hielo cortaban la piel de Eleonora, y el calor de las bolas de fuego quemaba su ropa cada vez más.
Sin embargo, nada las detenía.
“¡Vamos!” gritó Eleonora con emoción.
Cuando finalmente llegaron a la base de la montaña, encontraron una línea de estudiantes armados esperándolas.
Al ver a Camila herida y con su ropa bastante destrozada, sus rostros mostraron confusión, por lo que detuvieron los ataques a distancia, lo que confundió un poco a Eleonora, ya que hacer eso ahora era estúpido.
Sin embargo, la atmósfera cambió radicalmente cuando sintieron la presencia de la invocación de Eleonora, ya que la fuerte energía que emanaba era tan intensa que todos los estudiantes levantaron la guardia y sus armas al unísono.
A pesar de estar completamente desnuda, la invocación se mantenía de pie con una postura firme.
Y justo cuando parecía que iban a reanudar sus ataques, y que Eleonora y su invocación iban a atacar…
“¡Deténgase!”
Una voz que todos los alumnos identificaron, hizo que por un momento desviaran su atención hacia la persona que Eleonora no tardó en reconocer como la líder de su grupo.
“¿¡Qué están haciendo!?”, gritó Valentina molesta al notar que la persona a la que estaban atacando era Camila, su mejor amiga.
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