Tengo la espada sagrada? - Capítulo 46
✨ New novels every Tuesday and Saturday, and new chapters every Wednesday, Friday and Sunday!
🔥 Check out the latest releases and chapters here!
🌟 Join our WhatsApp group to request novels and receive the latest updates
📱 To add us to your favorites, tap the browser menu and select “Add to Home Screen” (for mobile devices).
Capítulo 46 – Si tan solo hubieras venido antes…
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
Aiden y los suyos, que ya habían sido testigos del poder de la chica, intercambiaron miradas sorprendidas, ya que sabían más o menos lo poderosa que era esa chica, pero ver a Eleonora descartarla tan despreocupadamente les resultaba difícil de procesar.
En cambio, el grupo de Alexia que no tenía el mismo contexto, ya que no habían visto a la chica luchar de esa chica, debido a las acciones de Eleonora hasta ahora, y la extrañeza de su naturaleza…
No podían dejar pasar esto por alto.
Alexia, consciente de que si alguien iba a reclamar a la chica, lo mejor era adelantarse para asegurar que este viaje no fuera del todo en vano, dio un paso al frente.
“Si no te molesta,” dijo con voz medida, mirando a Eleonora, “me gustaría llevarla con nosotros. Nos encargaremos de cuidarla.”
Alexia trató se sonar lo más amigable posible para no caerle mal a Eleonora.
Eleonora, apenas interesada en la conversación, asintió mientras su mirada barría los alrededores, pero no había rastro de peligro inmediato.
Los cadáveres de los lobos, eliminados por su invocación, yacían inertes en la nieve, y Eleonora soltó un suspiro de fastidio.
‘¿En serio nadie más quiere pelear? Que fastidio…’, pensó Eleonora.
La emoción de la pelea se había desvanecido demasiado rápido para su gusto.
Eleonora aún sentía la necesidad de moverse, de luchar. El cuerpo que controlaba también lo sentía.
Adrenalina.
Ya que este cuerpo era uno con el que recién había hecho el contrato habían demasiadas cosas con las cuales trabajar y pulir, pero para eso necesitaba pelear para comprender mejor sus fortalezas y debilidades.
Solo con entrenamiento podría hacer a su candidato fuerte, y si hay algo que quería demostrarle a Eleonora a esta nueva candidata era todos los beneficios que tenía estar con ella.
A pesar de que obviamente Eleonora deseaba saber los más rápido posible los deseos de su nueva candidata para ayudarla a cumplirlos, había algo que molestaba a Eleonora por dentro.
Quería hacer más.
Controlar un cuerpo que no paraba de experimentar estar en el límite, para Eleonora, era una sensación que la emocionaba, ya que la hacía sentir viva.
Y, a pesar de que quería separarse por un momento de su candidato para experimentar esta sensación con su cuerpo real… de momento su prioridad máxima era proteger a su candidata.
Mientras tanto Eleonora pensaba en todo eso, Thorne se acercó a Alexia para susurrarle:
“Nosotros también podríamos ocuparnos de la chica,” comentó, lanzando una rápida mirada a Eleonora.
‘Este bastardo… ¿no le bastó con el maldito bosque?’, pensó Alexia molesta.
Alexia, habiendo asegurado ya el consentimiento de la espada-ego, respondió con firmeza:
“Eleonora me dio su permiso. Ella vendrá con nosotros.”
Thorne vaciló, pero al final se echó atrás.
Desde lejos, Aiden, que cargaba a Marta con cuidado, le indicó con una mirada que no presionara más el asunto.
Nadie quería empeorar las cosas con Eleonora, no después de ver lo que era capaz de hacer.
Era mejor mantenerse al margen por ahora.
Eleonora, ajena a las pequeñas tensiones entre los grupos, preguntó en voz alta:
“¿A dónde piensan ir ahora?”
Alexia, relajando un poco su postura, respondió:
“Ahora que te hemos encontrado, debemos regresar con el resto de la clase. Pronto nos retiraremos a la ciudad.”
“¿Cómo llegaron aquí?” preguntó Eleonora, solo para confirmar lo que le había dicho Isuke antes.
No siendo la experta en tecnología, Alexia hizo un gesto hacia Isuke, quien, con calma, se acercó y comenzó a explicar.
“Usamos un dispositivo que es objeto diseñado para transportar grupos de personas a grandes distancias. Originalmente se inventó para uso militar, pero ahora se utiliza para viajes más comunes, pero su uso está bastante regulado”
Eleonora, viendo que nadie se oponía explicación de Isuke, confirmó que gran parte de las cosas que él le dijo antes eran verdad.
‘Si tan solo hubieras venido antes…’, pensó Eleonora, pero decidió no darle más vueltas a ese tema porque ya tenía a su candidata.
‘Espera. ¿Y si con ese dispositivo visito a mis hermanas?’, pensó Eleonora al percatarse de la utilidad que podría darle a un objeto como ese.
“¿Es fácil conseguir uno de esos objetos?” preguntó Eleonora.
Isuke asintió con la cabeza.
“Sí, tienes que tener bastante dinero. En la academia tenemos acceso a uno básico, que solo puede teletransportar a corta distancia. Pero el que usamos esta vez era especial, un modelo diferente… el maestro lo utilizó, y eso fue lo que nos trajo aquí.”
“Entonces, ¿el alcance depende del dispositivo?” preguntó Eleonora, comprendiendo lentamente cómo funcionaba ese objeto.
“Exactamente,” respondió Isuke. “Cuanto más avanzado sea el dispositivo, mayor será la distancia que puede cubrir.”
Mientras Eleonora asimilaba la información, Thorne y Darius, que estaban cerca, se sentían incómodos.
La conversación seguía desarrollándose como si ellos no existieran, y el tema escapaba completamente a su entendimiento.
Ninguno de los dos era particularmente versado en tecnología o magia de teletransportación, por lo que solo podían observar en silencio.
Finalmente, Eleonora rompió la tensión con una orden directa.
“Lidera el camino,” le dijo a Alexia. “Los protegeré.”
Alexia sintió un pequeño alivio.
Eleonora empezaba a mostrar señales de confianza en ella, y eso solo podía ser algo positivo.
Mientras tanto, Leo, que había estado junto a la chica de cabello blanco, intentó entablar conversación.
“¿Cuál es tu nombre?” le preguntó, curioso, pero la chica permaneció en completo silencio, ignorándolo por completo.
A pesar de ello, Leo se sentía satisfecho con la espada que había recibido de Eleonora, aunque no podía evitar preguntarse qué pasaría cuando Camila despertara y viera lo que había sucedido.
.
.
.