Tengo la espada sagrada? - Capítulo 44
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Capítulo 44 – Esperaba más de ti.
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La mente de Eleonora viajaba a sus días de gloria, cuando cada enfrentamiento era una oportunidad para mostrar su poder, para saborear la victoria y humillar a quienes creían tener alguna posibilidad contra ella.
El tiempo que había pasado inactiva, siglos sin sentir el calor de la batalla, la habían hecho añorar esos momentos más de lo que estaba dispuesta a admitir.
A medida que los humanos intercambiaban palabras, Eleonora sonrió con arrogancia.
Ahora, ya no estaba interesada en proteger a su candidato como solía hacerlo, ya que ahora mismo…
Lo que buscaba era diversión.
Eleonora quería algo que le permitiera recordar quién era y lo que era capaz de hacer.
Darius, con su hacha en mano, se acercaba, decidido a probar su fuerza. Tal vez había notado que el cuerpo que ella poseía no era particularmente imponente.
Camila, su candidata actual, tenía el físico de una sanadora, más acostumbrado al uso de la magia curativa que al combate físico.
Sin embargo, Eleonora, al tomar control de su cuerpo, no tardó en percibir ciertos músculos desarrollados, especialmente en los brazos y las piernas.
Camila había entrenado con la espada al menos un par de veces a la semana, lo que le daba a su cuerpo una fuerza subyacente que, aunque no sobresalía, sería suficiente para sorprender a alguien que la subestimara.
Mientras Darius avanzaba con su hacha alzada, Aiden intentó detenerlo, mencionando que Selena estaba cerca.
Pero Darius no escuchó, confiado en que podría vencer sin problemas a la chica que Eleonora controlaba.
Eleonora levantó una mano, señalando a Isuke, a su invocación, y al resto del grupo para que se apartaran.
Eleonora se alejó de donde estaban curando a Marta, preparando el terreno para el duelo.
Darius sonrió. Entendía perfectamente lo que Eleonora estaba sugiriendo.
Un combate, una prueba de fuerza.
Ese era el tipo de desafío que un guerrero como él no podía rechazar.
“Será un duelo amistoso”, declaró Darius, sonriendo con seguridad. “Prometo no hacerle mucho daño a Camila”.
Eleonora rio entre dientes, una risa baja y llena de diversión, mientras tomaba una posición de combate relajada.
“Te doy el primer movimiento”, le ofreció, con una sonrisa de superioridad.
Darius no perdió tiempo. Con un movimiento rápido y potente, balanceó su hacha en un corte lateral.
Eleonora simplemente retrocedió un paso, esquivando el golpe con facilidad.
Notó la fuerza descomunal detrás de su ataque, y supo que físicamente, este hombre era mucho más fuerte que Camila.
Pero el combate no se ganaba solo con fuerza bruta.
Agachándose rápidamente, Eleonora recogió un puñado de nieve del suelo con su mano libre y, en un movimiento fluido, se la lanzó a la cara a Darius.
Este rió ante el inesperado ataque, limpiándose la nieve de los ojos. Pero su risa fue corta. Antes de que pudiera reaccionar, Eleonora, con precisión, cortó uno de los tendones de su pie.
El guerrero cayó al suelo con un gruñido de dolor, y cuando intentó darse la vuelta para contraatacar, se detuvo al sentir el filo de la espada de Eleonora contra su cuello.
Si tan solo se hubiera movido un poco más, hubiera muerto.
“Has perdido”, declaró Eleonora con una voz fría.
El silencio cayó sobre el grupo.
La facilidad con la que Eleonora había derrotado a Darius dejó a todos boquiabiertos.
A pesar de su físico imponente, Darius había sido vencido con un movimiento tan simple como preciso.
“Esperaba más de ti”, murmuró Eleonora, decepcionada.
Se había imaginado que alguien de su tamaño sería un rival más entretenido, pero al final resultó ser solo un niño grande con poco más que fuerza bruta.
“¿Qué hay de ti?”, preguntó Eleonora, girándose hacia él con una sonrisa. “¿Te gustaría un duelo amistoso?”
Leo, quien había estado observando en silencio, aceptó con un asentimiento antes de que Alexia pudiera advertirle que no lo hiciera.
Mientras los dos se preparaban, Thorne fue a auxiliar a Darius, ayudándolo a levantarse.
Leo, aunque no tenía su propia espada, tenía la espada prestada la que le había dado Alexia desde que llegaron a este lugar. No era el arma a la que estaba acostumbrado, pero era mejor que nada.
“Te doy el primer movimiento”, repitió Eleonora, esta vez con una voz más tranquila.
Leo avanzó con determinación, lanzando un corte frontal con su espada.
Eleonora respondió con la misma velocidad, bloqueando el ataque. Para su sorpresa, la espada de Leo se partió en dos ante la presión del choque.
Antes de que pudiera reaccionar, Eleonora dejó su espada a un milímetro de su cuello, deteniéndose justo a tiempo. Sin embargo, Leo activó su aura en el último segundo, lo que le permitió agacharse rápidamente y lanzar una patada baja, casi haciendo que Eleonora perdiera el equilibrio.
Eleonora se enderezó rápidamente, pero Leo ya estaba levantando una mano en señal de rendición.
“Me rindo”, dijo, respirando con dificultad.
“¿Por qué?”, preguntó Eleonora, frunciendo el ceño.
La verdad, era que Eleonora quería saber más con respecto a la energía que Leo había usado para hacerla tropezar.
Leo le mostró lo que quedaba de su espada, la cual estaba rota e inutilizable.
Eleonora, chasqueando la lengua en desaprobación, lanzó la espada que llevaba en la mano a un lado, sorprendiendo a todos.
Leo la tomó, impresionado por el peso y la calidad de la espada. A pesar de haber estado oculta durante tanto tiempo, la espada estaba en condiciones decentes.
Con un gesto de dolor, Eleonora materializó lentamente una nueva espada desde su mano, esta vez completamente negra, con una hoja impecable. La espada, a pesar de su apariencia antigua, era perfecta, afilada y equilibrada.
“¿Eso te servirá?”, preguntó Eleonora, señalando el arma.
Leo, a pesar de su confusión, asintió con cierta emoción.
Alexia, por su parte, observaba con creciente confusión le había ocurrido en ese momento.
‘¿Acaso Eleonora puede… multiplicarse?’ pensó Alexia, incapaz de comprender cómo era posible que la espada-ego pudiera materializar… ¿otra espada-ego?
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