Tengo la espada sagrada? - Capítulo 39
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Capítulo 39 – ¿Eres humana?
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De repente, la chica habló, su voz era tan fría como su mirada.
“¿Eres humana?”
La pregunta desconcertó a Camila.
En medio de todo el caos, con los lobos aún acechando alrededor, lo último que esperaba era escuchar esas palabras.
Jadeó, intentando recuperar la compostura, pero no pudo articular una respuesta.
¿Por qué le preguntaba eso?
Y, más importante, ¿quién era realmente esta chica?
Antes de que pudiera responder, la chica volvió a hablar, esta vez señalando con la espada hacia uno de los lobos que se acercaba peligrosamente.
Camila apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de que la chica se moviera con una velocidad sorprendente.
Un único corte, limpio y preciso, partió al lobo en dos, su cuerpo cayendo pesadamente al suelo, la sangre esparciéndose a su alrededor.
El filo de la espada atravesó carne, hueso y piel con una facilidad casi inhumana.
Camila, con los ojos bien abiertos, no podía creer lo que acababa de presenciar.
La chica había cortado al lobo por la mitad como si fuera un simple trozo de papel.
Los lobos restantes, que hasta ese momento habían mostrado una ferocidad imparable, comenzaron a retroceder.
Parecía que la presencia de la chica, o quizá su fuerza abrumadora, había cambiado completamente la situación.
Uno a uno, los lobos empezaron a huir, desapareciendo entre los árboles con gruñidos temerosos.
Camila, a duras penas manteniéndose en pie, miraba todo con una mezcla de incredulidad y alivio.
Pero algo en el ambiente seguía tenso, algo extraño que no podía identificar.
De repente, escuchó la voz familiar de Aiden acercándose rápidamente.
“¡Camila! ¿Estás bien?” gritó, pero antes de que ella pudiera responder, sintió cómo la adrenalina que la había mantenido en pie hasta ese momento se desvanecía.
Un sabor metálico llenó su boca, y de repente, todo se volvió oscuro por un momento.
Tosió violentamente, y un hilo de sangre salió de sus labios, seguido de un espasmo en su pecho.
Sus piernas temblaron, y finalmente, su cuerpo cedió, cayendo al suelo con un golpe sordo.
Apenas consciente, Camila sintió el peso de la fatiga abrumarla.
Sabía que estaba herida, sabía que su cuerpo había llegado a su límite.
Entre el caos, sintió a alguien acercándose.
Con esfuerzo, levantó la cabeza lo suficiente para ver a la chica arrodillarse junto a ella.
Los ojos dorados seguían observándola con esa frialdad desconcertante, como si nada de lo que estaba pasando realmente le importara.
“¿Eres humana?” repitió la chica, su tono igual de indiferente que antes, como si el estado crítico de Camila fuera solo un detalle más.
Camila, apenas consciente, jadeó una respuesta débil:
“S-sí…”
La chica no mostró ninguna reacción visible.
Simplemente se puso de pie, y con un gesto rápido, clavó su espada en el suelo, justo al lado de la cabeza de Camila.
“Haz un contrato.”
Esa frase confundió profundamente a Camila.
¿Un contrato?
¿De qué estaba hablando?
El dolor la mantenía apenas alerta, pero su mente no podía procesar lo que la chica le estaba pidiendo.
Antes de que pudiera preguntar, el sonido de varias pisadas anunció la llegada de Aiden y los otros.
Cuando llegaron lo suficientemente cerca, Aiden, Thorne y Darius frenaron en seco al ver la escena.
Los lobos ya no estaban, y en su lugar, encontraron a Camila tendida en el suelo, cubierta de sangre, y junto a ella, la chica de cabello blanco, pequeña pero inquietante.
La espada negra seguía clavada en la tierra a su lado, y la frialdad en el ambiente les hizo dudar un momento antes de acercarse más.
“¿Quién es ella?” preguntó Aiden, claramente sorprendido por la aparición de la chica.
Selena, que había seguido al grupo de cerca, pasó de largo sin prestar atención a la pregunta.
Se arrodilló rápidamente junto a Marta, quien seguía inmóvil y llorando de dolor.
Mientras comenzaba a susurrar hechizos de curación sobre ella, la sanadora murmuró con urgencia:
“Aguanta, Marta… Por favor, aguanta un poco más…”
Pero el dolor de Camila también era intenso, insoportable.
Sentía cómo la sangre se acumulaba en su boca, y su cuerpo comenzaba a perder el control.
Apenas podía respirar. Mientras sus ojos se cerraban poco a poco, una voz fría y distante irrumpió en su mente, clara como el cristal:
[¿Eres consciente de que vas a morir si no haces nada?]
La voz no venía de ninguna de las personas a su alrededor, ni siquiera de la chica frente a ella.
Se trataba de alguien más, una presencia que parecía estar dentro de su cabeza.
Sin poder mover los labios, Camila intentó responder desde lo más profundo de su mente.
‘Lo sé…’ pensó, mientras las lágrimas empezaban a brotar de sus ojos.
Sabía que su estado era crítico. No había escape, ni alivio posible. La desesperación comenzaba a invadirla.
[La hechicera está ocupada sanando a la otra chica. Ambas tienen heridas graves. Si no haces algo pronto, no lo lograrás. Haz un contrato conmigo.]
Camila parpadeó entre lágrimas.
La voz estaba leyendo sus pensamientos, lo que la desconcertaba aún más.
De pronto, un recuerdo cruzó su mente.
Isuke hablaba con Eleonora de esta manera, sin mover los labios.
‘¿Eleonora… eres tú?’ pensó Camila.
[Sí, soy yo.] respondió Eleonora con serenidad.
Camila soltó una risa nerviosa con su cuerpo temblando de forma involuntaria.
El reflejo le provocó más dolor, y la sangre volvió a llenar su boca.
A pesar de lo extraño de la situación, ¿qué más podía perder? Ya estaba al borde de la muerte, y si esa voz realmente era Eleonora… tal vez había una oportunidad.
‘¿Qué tengo que hacer… para hacer el contrato?’ preguntó Camila mientras el dolor y la incertidumbre nublaban su mente.
[Debes acercarte para tocarme. Di mi nombre y pídele a esta espada que te acepte como su contratista.]
Camila escuchó la instrucción claramente.
Con un esfuerzo titánico, estiró una de sus manos temblorosas hacia la espada negra que la chica de cabello blanco había dejado clavada en la tierra a su lado.
Sus dedos rozaron débilmente el filo frío de la espada, apenas tocándolo, y a pesar de las otras voces a su alrededor… decidió apostar todo por esto.
‘Soy Camila Clark… una sacerdotisa que… te pide, por favor, que me aceptes como tu contratista…’ pensó Camila mientras luchaba por mantenerse consciente.
Eleonora, al escuchar esa declaración, pareció sonreír dentro de la mente de Camila, aunque ella no podía verlo.
[Nada mal…] murmuró Eleonora con una nota de aprobación en su voz. [Acepto tu petición de contrato, Camila Clark. Desde este momento, eres mi candidata.]
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