Tengo la espada sagrada? - Capítulo 34
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Capítulo 34 – Haría lo mismo.
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A medida que avanzaban de rama en rama, la sensación de peligro no desaparecía.
Los lobos seguían debajo, persiguiéndolos incansablemente, su respiración y gruñidos se mezclaban con el viento que pasaba entre las hojas.
Isuke, aunque estaba temblando por el frío, lograba mantener el ritmo mientras sentía el pulso de la energía.
“¡Allá!” gritó Isuke, señalando con el brazo. “¡Es hacia allá donde está yendo esa energía!”
Alexia asintió desde su posición delantera.
“Mantente cerca,” ordenó con firmeza.
No podían arriesgarse a que Isuke quedara demasiado atrás, sabiendo que era el más vulnerable del grupo.
A pesar del agotamiento que empezaba a notarse en todos ellos, seguían adelante.
Cada salto, cada rama que tocaban con los pies se sentía como una pequeña victoria, mientras los lobos los acechaban, rozando las ramas inferiores con sus garras afiladas, pero sin lograr alcanzarlos.
En un punto, Alexia comenzó a disminuir el ritmo y finalmente se detuvo sobre una rama particularmente gruesa y segura.
“¡Alto!” indicó, y Leo, al instante, siguió su ejemplo, deteniéndose justo detrás de ella.
Isuke llegó unos segundos después, respirando con dificultad, claramente más afectado por el esfuerzo físico que el resto.
Sus manos temblaban, y el sudor le caía por la frente.
Si bien había logrado seguirles el paso, era evidente que no podría mantener ese ritmo por mucho más tiempo.
“Descansen un poco,” dijo Alexia mientras se giraba para observar a sus compañeros. “Los noto cansados.”
Leo apenas mostraba signos de agotamiento, pero asintió agradecido.
Isuke, por otro lado, se desplomó sobre la rama, respirando pesadamente.
No era fácil para él, siendo mago, seguirles el ritmo a dos guerreros que estaban acostumbrados a este tipo de esfuerzo físico.
Mientras descansaban, Leo rompió el silencio.
“Alexia, ¿por qué querías traerte a Thorne?”
Alexia lo miró de reojo, con una leve sonrisa en el rostro.
“Necesitaba dejar a alguien de nuestro grupo con ellos, y traer a uno para explorar. No quería levantar sospechas.”
Leo frunció el ceño, interesado en su razonamiento.
“¿Sabías que Thorne ni Darius podrían seguirnos bien?”
“Exacto,” dijo Alexia, soltando una ligera risa. “Aiden es su líder, no dejaría a su grupo tan fácilmente, y Darius es demasiado pesado para estos saltos. Selena… bueno, tampoco la veía dispuesta a dejarlos y venir con nosotros. Marta es su potencia de fuego, así que podría llegar a molestarlos si la hubiera pedido. Por eso Thorne era la mejor opción.”
Leo la miró, impresionado por lo bien que había planeado todo, incluso en medio del caos.
“Das miedo.”
Alexia soltó una breve carcajada.
“He estado en peores situaciones con mi abuelo. Esto es… manejable.”
Leo sonrió ligeramente ante su respuesta.
“Y, dime, ¿qué piensas de ellos?” preguntó Leo, refiriéndose al grupo de Aiden.
Alexia lo miró por un segundo, meditando su respuesta.
“Son unos bastardos codiciosos,” dijo con una media sonrisa. “Pero en parte, los entiendo.”
Leo frunció el ceño, intrigado.
“¿A qué te refieres con eso?”
Alexia se encogió de hombros, como si fuera obvio.
“Si yo estuviera en su lugar, haría lo mismo.”
“¿De verdad?” Leo arqueó una ceja.
“Sí”, contestó Alexia en seguida.
“Ya veo… pero… si ahora tú fueras ellos… ¿Te quedarías allí, esperando a que nosotros volvamos?” La duda era evidente en su tono, reflejando su desconfianza hacia el plan.
Alexia esbozó una leve sonrisa y luego negó con la cabeza.
“No exactamente. Si tuviera un grupo como el suyo, probablemente acabaría con los lobos poco a poco. Y si los que fueron a explorar no regresan… bueno, simplemente seguiría el camino que tomaron en un principio.”
Leo se quedó en silencio, procesando sus palabras, pero la curiosidad lo impulsó a seguir preguntando.
“¿Por qué harías eso?”
“Más que nada por el lobo gigante que vimos al comienzo,” dijo Alexia en un tono más serio esta vez. “Ahora entiendo por qué no entró a este bosque saltando o destruyendo los árboles. Esos troncos son duros como el acero. Si intentara cruzar por aquí, sería como empalarse en miles de espinas.”
Leo asintió lentamente, comprendiendo la lógica detrás de sus palabras.
“Entonces, ¿crees que usar los árboles como protección es la mejor opción?”
“Exacto. Lo ideal sería buscar otra salida, por eso sí fuera ellos nos esperaría. Si no podemos encontrar una, deberíamos desgastar al lobo gigante, aprovechando los árboles como barrera. Después de eso, volvería al campamento, guardaría las coordenadas de este lugar y planearía cómo explotar esta zona en el futuro. Este bosque tiene mucho valor.”
Si bien Alexia se había enredado al explicarse, Leo empezó a entender su punto.
“Se nota que eres nieta de un comerciante.”
Alexia soltó una breve risa.
“Cuando has sobrevivido a cosas peores, aprendes a ver todas las posibilidades.”
Justo en ese momento, Isuke, que había estado quieto y concentrado en la energía que seguía, alzó la voz, interrumpiendo la conversación.
“¡La energía… ha cambiado de rumbo!”
Ambos se giraron hacia él, sus rostros reflejando sorpresa y alerta.
“¿A dónde va?” preguntó Alexia rápidamente.
Isuke señaló una dirección cercana a la que habían venido.
“Se está moviendo… hacia donde estábamos.”
Alexia frunció el ceño, considerando sus opciones.
Si bien eso era extraño, no podían permitirse ignorar ese cambio de rumbo.
“No podemos perder tiempo,” dijo Alexia en voz baja, aunque sus palabras eran una orden. “Nos ponemos en marcha. Tenemos que interceptarla antes de que llegue al campamento.”
Con una rápida señal, Leo e Isuke se levantaron, listos para seguirla.
Sin perder más tiempo, el grupo comenzó a moverse en la dirección que Isuke había indicado, saltando de rama en rama con la misma tensión en el aire.
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