Tengo la espada sagrada? - Capítulo 33
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Capítulo 33 – Sin errores
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Alexia levantó la voz para captar la atención de todos, con una determinación clara en su mirada.
“Escuchen,” dijo, asegurándose de que todos le prestaran atención. “Nos dividiremos en dos grupos. Uno se queda aquí, protegiéndose y asegurando esta posición. El otro seguirá avanzando, verificando si hay otra zona más segura o una ruta que podamos tomar.”
Selena, que dudaba de su declaración, la interrumpió con una pregunta directa.
“¿Y quiénes serán los que avancen?”
Alexia ya tenía la respuesta en mente.
“Leo, Isuke, Thorne y yo iremos adelante. Somos rápidos y podemos explorar el terreno sin comprometer al grupo principal.”
Thorne, que había estado escuchando en silencio, levantó la mano.
“Alexia, no soy muy bueno saltando de rama en rama… y menos a esta altura.”
Alexia sonrió levemente, pero rápidamente borró la expresión de su rostro, manteniéndose seria.
“No te preocupes. Isuke y Leo están dispuestos a explorar. Tú y los demás se quedarán aquí, bajo el mando de Aiden.”
Selena frunció el ceño, sin estar completamente satisfecha con el plan, ya que algo no le terminaba de encajar.
“¿Y por qué no se llevan a Camila también? De esa manera ambos equipos tendrían sanadoras en caso de que algo les ocurra.”
Alexia miró a Camila y luego respondió con calma.
“Porque no vamos a pelear. Vamos a avanzar con cautela y evitar cualquier conflicto. Además, Camila, ¿te ves saltando entre los árboles?”
Camila negó rápidamente varias veces con la cabeza, con un claro gesto de horror ante esa idea.
“No, no… estar tan alto ya me provoca escalofríos,” confesó Camila, aún temblando un poco.
Aiden, observando la dinámica, decidió intervenir.
“Darius, ¿quieres ir?” preguntó, sabiendo que su compañero era uno de los más fuertes del grupo.
Darius, sin dudar, respondió con un tono calmado pero firme.
“Me gustaría, pero soy demasiado pesado para estar saltando de árbol en árbol.”
De pronto, Darius señaló hacia los lobos de abajo, que con sus garras lograban escalar algunos metros antes de caer nuevamente, lastimándose en el proceso.
“Además, es mejor que me quedé aquí para cubrirlos. Estos lobos están mejorando sus intentos, y no quiero que aprovechen algún descuido nuestro.”
Aiden asintió, comprendiendo su punto.
Darius continuó, mirando a Alexia.
“La idea no es mala. Que los más ligeros vayan a explorar tiene sentido, pero nosotros los más fuertes nos quedamos para asegurar que no haya problemas aquí para cuando regresen aquí.”
Alexia asintió lentamente.
“Lo entendiste bien, Darius.” Luego levantó la vista hacia el resto del grupo. “¿Todos están de acuerdo?”
Un murmullo de asentimiento recorrió el grupo.
No era un plan perfecto, pero en esa situación, no había uno mejor.
Era un consenso silencioso de que seguir adelante era preferible a quedarse atrapados y sin opciones.
Con una profunda inhalación, Alexia dio el primer paso. Saltó ágilmente hacia una rama algo lejana, con la mirada fija en su objetivo, ignorando el abismo que yacía debajo de ella.
Al caer con precisión sobre la rama, todos contuvieron la respiración.
Debajo de ellos, la manada de lobos la miraba, acechante, lista para lanzarse al primer error que cometieran.
Alexia, con la serenidad que siempre la caracterizaba, giró sobre su posición y les indicó a Leo e Isuke que la siguieran.
“Vamos, no tenemos todo el tiempo del mundo.”
Leo fue el siguiente. Aunque su salto fue más corto y seguro, logró avanzar, aterrizando con gracia en una rama cercana.
Su respiración se mantuvo estable, y no perdió el ritmo.
Isuke, en cambio, se quedó atrás un segundo más.
Las dudas lo asaltaban. Era, en parte, por su decisión que estaban en esta situación.
Isuke miró hacia el vacío que debía cruzar, y justo debajo de él, los lobos seguían saltando desesperadamente hacia las ramas más bajas, tratando de escalar.
Los ojos rojos y los colmillos relucientes parecían burlarse de su vacilación.
‘No puedo echarme atrás ahora’, pensó Isuke. Con un suspiro, flexionó las piernas y saltó.
Por un momento, el aire pareció detenerse, y su cuerpo quedó suspendido en el aire, entre el árbol que dejaba atrás y la rama a la que intentaba llegar.
Por un segundo, perdió el control y sintió que sus pies se deslizaban, provocando un escalofrío que recorrió todo su cuerpo al ver la distancia que lo separaba del suelo.
Los lobos abajo seguían intentando subir, cayendo con cada esfuerzo fallido, pero cada vez más cerca.
Isuke tambaleó un instante, pero finalmente logró aferrarse con fuerza a la rama.
Su respiración se aceleró mientras intentaba calmar el temblor en su cuerpo.
Leo, ya más adelante, lo observó con cierta preocupación.
“¿Estás bien?”
Isuke asintió, aunque el miedo seguía presente.
“Sí… solo, sigamos.”
Sabía que no podía quedarse atrás. A pesar del miedo, del peligro y de la incertidumbre que lo rodeaba, su único objetivo ahora era seguirles el paso a Alexia y Leo para decirles en que dirección estaba esa yendo esa energía. No podían permitirse ni un solo error. No ahora.
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