Tengo la espada sagrada? - Capítulo 32
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Capítulo 32 – Una buena solución.
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Después de recoger sus pertenencias y asegurarse de que el campamento improvisado estaba casi completamente desmontado, el grupo comenzó a avanzar en la dirección señalada por Isuke.
Formaron una ‘V’, con Darius al frente, flanqueado por Thorne y Leo, y Aiden justo detrás de ellos. Más atrás venían Alexia, Camila, Marta, Selena e Isuke, cerrando la formación.
El sol comenzaba a elevarse en el horizonte, iluminando el denso bosque a medida que avanzaban.
Con la luz del día, se dieron cuenta de la magnitud del bosque; parecía interminable, sin importar hacia dónde miraran.
Marta y Selena, mientras caminaban susurraban entre ellas, imaginando las posibilidades de lo que podrían hacer con esas hojas.
Alexia, en su alerta constante, percibió un cambio en el ambiente.
Aunque el bosque estaba envuelto en un silencio inquietante, sus sensibles orejas captaron el sonido de muchos pasos, cada vez más cercanos.
Era un ruido sutil, casi imperceptible para los demás, pero suficiente para que la alarma se encendiera en su mente.
Dudaba que fuera Eleonora, por lo que con un gesto rápido, le indicó a Marta que preparara su hechizo.
Señalando un árbol con un tronco lo suficientemente grande para ocultar a todos, se resguardaron tras él.
Marta comenzó a conjurar, y tras varios segundos de concentración, una suave aura los envolvió, haciéndolos invisibles y concentrando su aroma dentro de la barrera.
El hechizo funcionó perfectamente, pero Alexia todavía podía escuchar los pasos que se acercaban.
El tiempo pasó lentamente. El sonido se hizo más fuerte, hasta que finalmente, una manada de lobos irrumpió en la dirección contraria a la que ellos avanzaban, como si estuvieran huyendo de algo.
El grupo, protegido por el árbol, observó en silencio cómo los lobos, demasiados para contar, pasaban rugiendo, moviéndose en una estampida que habría sido imposible de enfrentar directamente.
Cada miembro del equipo intentó hacer el menor ruido posible, conscientes de que, aunque el hechizo los ocultaba visualmente y enmascaraba su olor, un sonido podría delatarlos.
Los lobos pasaron, y poco a poco, la manada comenzó a alejarse.
Algunos de los compañeros soltaron suspiros de alivio, creyendo que el peligro había pasado.
Pero Alexia, con una expresión tensa, les hizo un gesto de silencio, algo que los demás no comprendieron al principio, pero obedecieron.
Camila, que estaba observando en la dirección opuesta, notó algo alarmante.
Un lobo, de tamaño comparable al de una persona, se había separado del grupo y estaba observándolos directamente.
A medida que se acercaba, ella comenzó a tocar a sus compañeros, intentando alertarlos sin hacer ruido.
‘¿Sus pasos no se escuchan…?’, pensó Alexia extrañada mientras se giraba.
Los demás, al notar su inquietud, mantuvieron sus posiciones, con Darius moviéndose al frente, adoptando una postura defensiva en el límite de la barrera.
El lobo se acercó lentamente con sus ojos penetrantes clavados en Darius.
El aire se tensó mientras el animal se detenía a escasos centímetros del guerrero.
Por un momento, el tiempo pareció congelarse, hasta que el lobo comenzó a aullar.
Un sonido largo y profundo que resonó en el bosque.
Alexia, con los sentidos agudizados, captó un cambio en la dirección de las pisadas de la manada. Ahora, los lobos se dirigían hacia ellos.
No había tiempo que perder.
Sin vacilar, dio una orden rápida y decisiva:
“¡Suban a los árboles, rápido!”
La instrucción desconcertó a todos por un momento.
¿Por qué subir a los árboles?
Pero la urgencia en la voz de Alexia los obligó a actuar de inmediato.
Uno a uno, comenzaron a trepar los árboles, utilizando las ramas gruesas como asideros.
Camila fue la primera en salir del alcance de la barrera mágica de Marta.
‘¿Por qué yo…?’, pensó Camila desconcertada.
¡Ella había sido la que les había avisado de ese extraño lobo!
Pero apenas lo hizo, el lobo, al acecho, se lanzó hacia ella con un salto feroz, pero Darius rápidamente se interpuso y desvió el ataque, obligando al lobo a enfocarse en él.
Mientras tanto, los demás continuaron subiendo con cierta dificultad, algunos siendo empujados desde abajo.
“¡Más arriba, lo más alto que puedan!” ordenó Alexia con voz firme, a pesar de las dudas que sus compañeros pudieran tener sobre el plan.
Poco a poco, el resto de los lobos comenzó a acercarse, y abajo solo quedaban los luchadores: Darius, Thorne, Leo, y Aiden.
Thorne fue el siguiente en subir, ayudado por Leo, seguido de cerca por este último, mientras Darius se mantenía en guardia, evitando que el lobo pudiera atacar a los demás.
Aiden, con un golpe poderoso y preciso, cortó el estómago del lobo, obligándolo a retroceder, y aprovechó ese momento para gritarle a Darius:
“¡Sube ahora, no seas terco! ¡Luchar aquí abajo es suicidio, debemos ganar altura!”
Darius, a pesar de su instinto de quedarse a luchar, comprendió que Aiden tenía razón. Aunque reacio, comenzó a subir ayudado por Leo y Alexia, quienes le aseguraron que las ramas eran lo suficientemente fuertes para soportar su peso.
Con una sonrisa, Darius trepó con agilidad, casi como si fuera un mono, ascendiendo rápidamente entre las ramas.
Mientras tanto, el lobo, herido y furioso, intentó atacar a Aiden nuevamente, pero el estaba preparado.
En un movimiento rápido y calculado, esquivó el embate del lobo, dejándole la cabeza completamente expuesta.
Aprovechando esa apertura, Aiden levantó su espada y, con un golpe preciso y letal, atravesó el cráneo del lobo.
Con el lobo abatido, Aiden se apresuró a seguir a los demás, apoyándose en las manos extendidas de Alexia y Leo, quienes lo ayudaron a ascender.
Una vez arriba, Alexia le informó que todos ya estaban a una altura segura.
Aiden dirigió su mirada hacia arriba, observando la increíble altura de los árboles que ahora los protegían.
Los lobos, desesperados, comenzaron a saltar tratando de alcanzarlos, pero apenas lograban agarrarse a las ramas antes de caer nuevamente al suelo, incapaces de mantener su equilibrio en las delgadas ramas.
Alexia, junto a Aiden y Leo, observó la situación desde lo alto, ya que más arriba, las ramas se hacían más gruesas y robustas, capaces de soportar el peso de varias personas, lo que les proporcionaba una plataforma relativamente segura.
Al mirar hacia el noreste, Alexia notó que los árboles en esa dirección seguían aumentando en altura de manera casi ridícula, como si estuvieran ante un desafío creado para medir sus capacidades.
‘¿Y si esto es una prueba de Eleonora…?’, pensó Alexia, ya que ella se había hecho llamar así misma una espada sagrada.
Marta, con cierta preocupación, se acercó a Alexia y le preguntó en voz baja:
“¿Debería lanzar mi magia para ahuyentarlos o ralentizarlos?”
Alexia la miró y, tras un breve momento de reflexión, negó con la cabeza.
“Guarda tus fuerzas. No sabemos si estos lobos serán capaces de escalar o si enfrentaremos un peligro mayor más adelante. Es mejor estar preparados.”
Marta asintió, confiando en el juicio de Alexia, aunque el miedo persistía en su mirada.
Aun así, Alexia esbozó una pequeña sonrisa, tratando de infundir algo de calma.
A pesar del caos que reinaba abajo, decidió aprovechar la ventaja que les daban los árboles.
“¿Qué les parece si seguimos avanzando entre las ramas?” preguntó Alexia con voz clara y decidida.
La propuesta sorprendió a varios del grupo de Aiden.
¿Avanzar saltando de un árbol a otro?
No era lo que esperaban, considerando la peligrosa situación en la que se encontraban.
Camila, que había estado concentrada en no caerse, levantó la voz con nerviosismo.
“No me veo saltando de una rama a otra. Apenas me siento segura aquí arriba…”
Marta, apoyando a Camila, añadió con un tono serio:
“No es lo mismo subir que desplazarse entre los árboles, y si alguno de nosotros se cae, esos demonios de abajo no dudarán en despedazarnos.”
Alexia comprendía en parte su razonamiento.
Saltar de árbol en árbol no era una tarea sencilla, especialmente con el peligro acechando desde el suelo.
Sin embargo, una idea comenzó a formarse en su mente.
Había una manera de avanzar sin arriesgar a todo el grupo.
Tal vez, ¡dividirse podría ser una buena solución!
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