Tengo la espada sagrada? - Capítulo 30
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Capítulo 30 – Vamos al sureste
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La invocación había estado cavando durante minutos, sus pequeñas manos rascando la nieve endurecida con desesperación, sintiendo cómo el frío se filtraba a través de su piel, adormeciendo sus dedos hasta que apenas podía moverlos.
Pero aun así no se detenía, ya que estaba siendo motivada por la voz de Eleonora.
[¡Te estás tardando demasiado!], la regañó Eleonora en un tono severo resonando en la mente de la invocación.
“Lo… lo siento”, se disculpó la invocación con su voz temblando tanto por el frío como por el miedo de haber fallado. “La nieve está muy dura, y… y mis dedos están tan fríos que apenas puedo sentirlos.”
Eleonora soltó una risa fría, un sonido que retumbó en la mente de la invocación.
[¿Eso es todo? Eso no es nada. Apresúrate, no tenemos mucho tiempo]
“¿A qué te refieres con que no tenemos tiempo?” preguntó la invocación, deteniéndose por un momento para mirar todo lo que había cavado.
A pesar de haber podido pelear minutos atrás con criaturas mucho más grandes contra ellas, el cavar esta nieve la cansaba demasiado por lo dura que era.
“Un humano prometió que me buscaría,” explicó Eleonora en un tono más controlado, pero aún impaciente. “Pero ahora que te invoqué a ti, mi poder se ha debilitado. Perdí contacto con él, y mi habilidad para sentir su presencia ha disminuido considerablemente.”
La invocación asintió, comprendiendo la gravedad de la situación, por lo que siguió cavando, pero sus manos se sentían cada vez más torpes y adoloridas.
¿Por qué?
¿Por qué era tan débil?
De repente, algo negro apareció entre la nieve, captando su atención. Sin pensarlo, la invocación rozó el objeto con uno de sus dedos, sintiendo un agudo dolor cuando algo filoso le cortó la piel. Soltó un pequeño chirrido de dolor, retrocediendo un poco.
[Oh, al fin], dijo Eleonora con cierta satisfacción al sentir un poco el aire fresco del exterior. [Sácame de este maldito lugar.]
Si había algo que Eleonora había aguantado por mucho tiempo era esta presión helada que la había sepultado por siglos.
La invocación asintió rápidamente, buscando con cuidado el mango de Eleonora entre la nieve.
Sus dedos, aunque temblorosos, se aferraron a él con determinación. Con todas sus fuerzas, comenzó a jalar, sintiendo la resistencia de la nieve mientras desenterraba lentamente la espada.
Finalmente, con un último tirón, la invocación logró sacar a Eleonora, quien emitió un largo suspiro de alivio.
Si bien el aire del exterior seguía siendo helado por el clima, no se comparaba a esa prisión helada en la que había estado por tanto tiempo sepultada.
Libre.
[Maldición, al fin], murmuró Eleonora con cierta emoción, sintiendo el aire fresco y frío de la noche envolviendo su hoja.
Después de muchos siglos, al fin lo había recuperado otra vez.
Había recuperado su libertad.
Eleonora no pudo evitar notar lo increíblemente diferente que se sentía el mundo real en comparación con el lugar en el que había estado entrenando durante tanto tiempo.
El cielo nocturno, salpicado de estrellas brillantes, parecía un tapiz infinito maravilloso que no había visto en siglos.
‘Es real…’, pensó Eleonora mientras su mirada recorría el cielo.
Aunque su mente había recreado un mundo para entrenar, este, con todos sus matices y detalles, era mucho mejor.
Muchísimo mejor.
La sensación del aire frío, el crujir lejano de la nieve, y la luz de la luna que iluminaba el paisaje…
Todo era una experiencia nueva, casi abrumadora, después de tanto tiempo.
Eso sí, si pudiera prender fuego al lugar en el que estuvo enterrada durante siglos, lo haría si tan solo tuviera un candidato.
Por lo que ahora mismo su prioridad…
Era recuperar su poder.
Y solo podría usar la totalidad de su poder si tenía un candidato.
[Sube], ordenó Eleonora a su invocación, observando cómo la figura obedecía y salía del agujero que había excavado con tanto esfuerzo.
Mientras lo hacía, Eleonora contempló el entorno que las rodeaba y algo llamó su atención.
‘¿Qué son esos árboles…?’, pensó Eleonora extrañada al ver el brillo peculiar de los árboles cercanos.
Había algo familiar en esa energía que irradiaban, algo que reconocía, pero no sabía definir bien.
[Acércate a esos árboles], ordenó Eleonora con su voz cargada de curiosidad.
La invocación obedeció de inmediato, y Eleonora se molestó, ya que esos árboles estaban imbuidos con su energía, o al menos una parte de ella.
Sin embargo, en su estado actual, no podía hacer nada para recuperarla.
Una idea comenzó a formarse en su mente: si hacía un contrato con su invocación, tal vez podría acceder a esa energía e incluso ya no tendría necesidad de hacer un contrato con un humano. Pero apenas comenzó a considerar la posibilidad, un dolor agudo se clavó en su pecho, tan intenso que la hizo estremecerse.
Cuanto más intentaba concentrarse en la idea del contrato, más fuerte se volvía el dolor, hasta que tuvo que abandonarlo por completo. Tan pronto como lo hizo, el dolor se desvaneció.
[¿Eleonora?], la llamó la invocación, notando su silencio prolongado.
Eleonora se mantuvo callada por un momento, procesando lo que había ocurrido antes de responder.
[Debemos irnos. Dirígete al sureste], ordenó Eleonora con un tono bastante firme.
No iba a perder a ese humano.
No ahora que tenía a esta invocación con la que podía hacer algo.
[Está bien], respondió la invocación, sin cuestionar la urgencia en el tono de Eleonora.
Con determinación, comenzó a moverse, adentrándose en el bosque, con las sombras de los árboles brillando a su alrededor.
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