Tengo la espada sagrada? - Capítulo 29
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Capítulo 29 – Lo mínimo.
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Después del ataque, Alexia y Marta comenzaron a recoger los cadáveres de las serpientes que habían caído durante el enfrentamiento.
Mientras las examinaban, Marta notó que, a pesar de estar muertas, las serpientes seguían brillando. Aunque la luz era mucho más suave.
“¿Has visto algo así antes?”, preguntó Alexia, mientras levantaba una de las serpientes.
Marta negó con la cabeza, fascinada por el fenómeno.
“No, nunca. Es… extraño. Incluso muertas, parecen tener algún tipo de energía residual.”
Aiden, por su parte, había regresado con suficiente leña para avivar el fuego que estaba casi a punto de extinguirse.
Colocó los troncos uno por uno, y en cuestión de minutos, la fogata recobró fuerza.
Las horas transcurrieron en un silencio tranquilo, roto solo por el crujir de la madera en el fuego.
Finalmente, Alexia decidió que era momento de cambiar turnos.
Con un ligero movimiento, despertó a algunos de los miembros del grupo, incluyendo a los de Aiden, para que ellos también pudieran descansar.
“Es su turno de vigilar”, susurró Alexia mientras sacudía suavemente a uno de sus compañeros. “Mantén los ojos abiertos, especialmente en los árboles.”
Leo, con una sonrisa confiada, asintió y ayudó a despertar a los demás.
Una vez que todos los que estaban de guardia se levantaron, Alexia y los demás se acomodaron cerca del fuego, dispuestos a aprovechar unas pocas horas de sueño.
Al día siguiente, Alexia despertó sintiendo el frío en el aire.
El fuego de la fogata aún ardía, pero lo que realmente captó su atención fueron los cadáveres de más serpientes esparcidos por el suelo, por lo que se levantó de inmediato, buscando a los responsables.
Darius, Leo, y Thorne estaban cerca, con varios raspones visibles en sus brazos y rostros. Alexia caminó hacia ellos con rapidez, claramente sorprendida.
“¿Qué ha pasado?”, les preguntó, mirando primero a Darius que era el más lastimado. “¿Por qué no nos despertaron?”
Darius, con una sonrisa despreocupada, se encogió de hombros.
“Si ustedes pudieron cumplir con su guardia sin molestarnos, lo mínimo que podíamos hacer era devolvérselo. Además, no fue nada que no pudiéramos manejar.”
Alexia se quedó en silencio por un momento, sorprendida por la respuesta de Darius.
Soltando un suspiro, Alexia se dirigió a Leo con una mirada seria.
“Leo, ven conmigo. Necesito hablar contigo en privado”, le dijo, y sin esperar una respuesta, comenzó a caminar en dirección opuesta al campamento.
Leo hizo un gesto de despedida a Darius y Thorne, antes de seguir a Alexia.
Mientras se alejaban, Alexia giró la cabeza hacia Leo y le preguntó con un tono preocupado:
“¿Qué pasó anoche?”.
Leo, sin perder la calma, le explicó:
“Vinieron muchas más serpientes de lo que esperábamos, incluso una bastante grande. Thorne la mandó a volar con un gran golpe, y como no volvió, es probable que haya muerto. Después de eso, no tuvimos más ataques.”
Alexia chasqueó brevemente la lengua, su mente analizando la situación.
“¿Y Selena? ¿Cómo actuó anoche?”, preguntó, buscando más detalles.
Leo respondió sin dudar:
“Fue bastante amable y trabajó muy bien con Camila. No hubo ningún problema.”
Alexia frunció el ceño, algo preocupada por la tranquilidad en su voz.
“¿Dónde están ahora?”, preguntó Alexia, sintiendo un nudo en el estómago.
“Fueron a buscar algo de comida”, respondió Leo con naturalidad.
“¿Qué?”, exclamó Alexia, deteniéndose en seco. “¿Estás loco? ¡Dejaste que las dos sanadoras del grupo se fueran solas!”
Leo levantó una mano, tratando de calmarla.
“Aiden se despertó un poco antes que tú y las está acompañando. No están solas.”
Pero en lugar de tranquilizarla, esto hizo que la preocupación de Alexia aumentara.
Si Aiden estaba con ellas, eso significaba que había una posibilidad de que estuvieran persuadiendo a Camila para obtener más información.
Ella era uno de los miembros más frecuentes de su grupo y, si daba información sobre Eleonora, no solo perderían el bosque, sino también la espada ego.
“Tenemos que ir a buscarlas, ahora,” le ordenó con un tono que dejaba claro que no había espacio para discusión.
Leo frunció el ceño, mirando a Isuke, que seguía dormido.
“¿Y qué hacemos con Isuke? ¿Lo dejamos aquí solo?”
Alexia observó a Isuke por un momento, luego señaló con la cabeza hacia donde Darius y Thorne seguían conversando.
“¿Confías en ellos?” le preguntó.
Leo dudó un instante antes de asentir.
“Aunque lo que dijeron hace unas horas atrás fue duro, no creo que nos hagan daño. No ahora.”
“Entonces confía en que ellos lo protegerán si algo sucede,” dijo Alexia con firmeza. “Vamos, guíame hacia dónde fueron.”
Justo cuando se preparaban para ir en busca de las sanadoras, Alexia se detuvo al ver a Camila y Selena regresando con Marta y Aiden.
Todos llevaban en sus brazos una variedad de frutas que habían recolectado, aliviándola un poco.
Ahora solo tenía que buscar una oportunidad para llamarla y averiguar de qué había hablado con ellos, aunque de por sí ya estaba la posibilidad de que ella soltara información.
Alexia empezó a reflexionar acerca de cuál era la próxima orden que podría dar, ya que pronto, por más que el trato que cerró con Selena le daba un tanto más de tiempo de exploración, el grupo de Aiden inevitablemente se separaría de ellos para volver al campamento debido al poco tiempo que tenían.
Sus pensamientos se interrumpieron cuando su mirada se posó en Isuke, que seguía dormido a un lado, ajeno al bullicio a su alrededor.
La forma relajada en que dormía contrastaba con la tensión que ella sentía.
‘Por favor… recupera tu conexión con Eleonora’, rogó Alexia en su mente.
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