Tengo la espada sagrada? - Capítulo 27
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Capítulo 27 – Me lo debes.
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Alexia regresó hacia donde su grupo se había alejado.
La oscuridad del bosque apenas permitía distinguir las siluetas, pero la fogata que habían encendido ofrecía un punto de referencia.
Al verla acercarse, Leo se levantó de inmediato.
“¿Cómo salió todo?”, preguntó Leo, visiblemente preocupado mientras se acercaba a ella.
“Salió bien”, respondió Alexia, esbozando una pequeña sonrisa que apenas iluminaba su rostro cansado.
Sin pensarlo, Leo la abrazó.
“Me alegra que estés bien”, susurró Leo, sin soltarla.
Alexia asintió, aún en el abrazo.
“Era la mejor opción que teníamos”, respondió Alexia relajada. “Solo no olvides lo que he hecho hoy. La búsqueda continúa”, le susurró Alexia al oído.
Cuando finalmente se separaron, Isuke, que había estado observando desde la distancia, se acercó también.
“¿Firmaste el contrato?”
“Sí, ya todo está arreglado”, respondió Alexia, dirigiéndole una mirada a Isuke, quien asintió, con algo de culpa. “Bueno, ahora que ya está todo en orden, tenemos que prepararnos para lo que viene. Todavía queda trabajo por hacer”.
Isuke, con una expresión cansada, estaba a punto de decir algo cuando Alexia lo interrumpió.
“¿Qué opinas? ¿A quiénes de nosotros deberíamos hacer descansar primero?”
Isuke miró alrededor, considerando a los miembros del grupo.
“Creo que sería bueno que Camila descansara, está agotada. Aunque…”
“¿Camila?” preguntó Alexia, notando que la chica no estaba entre ellos.
“Sí, se quedó en la fogata,” explicó Isuke. “Parece que no quería alejarse demasiado.”
Alexia frunció el ceño, preocupada.
“Voy a buscarla.”
Alexia se dirigió rápidamente hacia el lugar donde había dejado la fogata. Al llegar, encontró a Camila sentada en un rincón, con la vista fija en el suelo.
“Camila,” dijo Alexia, acercándose con calma. “¿Todo bien? Te estábamos buscando.”
Camila levantó la vista y su rostro se veía bastante cansado.
“Sí, estoy bien. Solo necesitaba un momento para pensar…”
“Lo entiendo,” respondió Alexia. “Pero necesitamos que te unas al grupo para que puedas descansar adecuadamente. El trabajo aún no termina.”
Camila asintió lentamente, levantándose con esfuerzo.
“Claro, iré ahora mismo.”
“Perfecto,” respondió Alexia. “Tú y Leo descansarán juntos, ya que en caso de una emergencia, son los más importantes de nuestro grupo.”
Camila asintió nuevamente y se dirigió a su lugar asignado junto a Leo. Ambos comenzaron a acomodarse en un rincón apartado, buscando algo de comodidad en el suelo duro y frío mientras se preparaban para descansar.
Mientras tanto, el resto del grupo organizaba sus áreas de descanso alrededor de la fogata.
Aunque el ambiente seguía siendo tenso debido a la reciente disputa sobre las tierras, entre todos colaboraban para establecer pequeños lugares para dormir.
Las conversaciones eran mínimas y los rostros reflejaban el cansancio que se estaba acumulando cada vez más en sus cuerpos.
Aiden, que había estado explorando la zona por su cuenta, regresó al campamento. Al ver cómo se había desarrollado la situación y el nuevo acuerdo, se acercó a Alexia con una expresión pensativa.
“Alexia,” comenzó Aiden.
‘Aquí vamos…’, pensó Alexia con fastidio.
“No estoy completamente convencido de todo esto, pero veo que mi grupo está aceptando la situación. No quiero que haya malentendidos. Espero que no haya rencores por lo que hicieron.”
Alexia, al escuchar sus palabras, fingió sonreír.
“Así son los negocios, solo asegúrense de cumplir con su parte”
Aiden asintió, sintiéndose un poco aliviado por la respuesta de Alexia, pero aun así algo no le cuadraba.
Isuke, Alexia, Aiden y Marta se quedaron despiertos, organizando los turnos para vigilar la zona mientras los demás dormían.
La noche caía y la calma del campamento parecía engañosa.
Marta, que había estado fascinada con el brillo de las hojas de los árboles cercanos, observaba absorta cómo las luces verdes danzaban con la brisa nocturna. Sin embargo, su atención se vio repentinamente atrapada por un movimiento inusual entre las hojas.
Sus ojos se fijaron en un parpadeo de movimiento: serpientes que brillaban con el mismo color escarlata que las hojas de los árboles. Se desplazaban con una velocidad inquietante hacia el campamento.
El resplandor sutil de las serpientes las hacía casi invisibles a simple vista, pero Marta, con su atención agudizada, pudo detectarlas.
“¡Alexia! ¡Aiden! ¡Isuke!” gritó Marta. “¡Hay serpientes moviéndose hacia nosotros! ¡Brillan como las hojas!”
Alexia, al escuchar la advertencia, se levantó de inmediato. Isuke y Aiden también se pusieron en alerta, con la preocupación reflejada en sus rostros.
“¿Dónde están?” preguntó Alexia.
Marta señaló hacia el área donde había visto el movimiento.
“Ahí, entre los árboles. ¡Son muchas!”
Isuke se acercó a la ubicación indicada por Marta, escudriñando la oscuridad con su habilidad para detectar movimientos.
“Están avanzando rápido. Tenemos que actuar antes de que se acerquen demasiado.”
Aiden, preparándose para cualquier posible confrontación, sacó su arma mientras Alexia hacía lo mismo.
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