Nidome no Yuusha - Capítulo 125

Capítulo 125: La Santa Tiende una Trampa

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El Imperio de Gligar, dentro del castillo que se eleva sobre la capital imperial Galigar.

Si el castillo real del Reino de Aurelia era un castillo hecho de piedras que rebosaban historia, este castillo era una fortaleza de fuego y acero que tenía sellada la propia tecnología dentro de sus muros.

「Hmm, en este momento, la Teocracia debería estar centrada en la conquista de 『El Ataúd del Inmortal』 contigo a la cabeza o eso he oído, supongo que mi oído no es tan bueno como antes.」

Antes era un hombre que a pesar de estar a punto de entrar en la cuarentena rebosaba tal vitalidad que podía abrumar a los demás sólo con su mirada.

Gobernando el Imperio con un poderoso ejército, el emperador de sangre de hierro, Grodia Gligar.

Con un cuerpo que era la dureza misma que no permitía sospechar su verdadera edad y el aire de gobernante que tenía a su alrededor incluso con su actitud natural, tenía lo suficiente para no avergonzar su título de emperador.

『Meteria, te quiero.』

「Aah, Aah, señor Kaito…」

Cerrando los ojos superpongo a mister Kaito desde mi imaginación con este muñeco.

El lugar que he tocado se siente caliente, sin poder detenerme, pasé la punta de mi lengua sobre él, lamiéndolo desde la nuca hasta una mejilla.

「Mm, …Mnmah, Mmm.」

Después de darle un fuerte abrazo, giro a mister Kaito para que se ponga de cara a mí y me pongo encima de él.

『Meteria, te quiero mucho.』

「Yo también, señor Kaito, te adoro mucho. Más que nunca, más que nada… Mmh, Mmm.」

Le doy un rápido beso en esos labios.

「Nffuaa, amuh, mnu.」

Otro, y otro, y otro, y otro.

「Pronto, el verdadero tú también estará a mi alcance. Entonces definitivamente haremos algo aún más sorprendente… Ufufufu.」

Con cuidado, con cuidado. Con cuidado, con cuidado.

「Hagámoslo juntos, señor Kaito… ¡¡Ufufufu, Ufufufufu!!」

Después de borrar todas las molestias de este mundo, vamos a recorrer el verdadero camino del héroe esta vez…

Volvamos a hacerlo juntos… ¿Sr. Kaito?

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La oscuridad de la Capital Imperial es profunda.

En la capital que celebraba la meritocracia, los fuertes establecían las reglas.

Pero para la clandestinidad esa fue una regla durante mucho tiempo sin importar el país.

Engaño, ataques sorpresa, traición, uso de trampas y rehenes.

No importa lo que hagas, sólo los que sobrevivieron pueden lograr algo.

Independientemente del tipo de táctica cobarde que se haya utilizado, el que consigue la muerte es la justicia.

Por eso me hice asesino, porque pensé que este trabajo es el más puro de este mundo.

Haciendo de la matanza mi vida, disfrutando de ella quise hacer de la matanza lo que perfilaba todo de mi forma de vida.

Los aventureros, los caballeros, los mercenarios, todos ellos están atados por algo y por lo tanto no son completamente puros.

Matar para vivir no es divertido. Si no vives para matar no es vida.

Y mientras pasaba mi vida de esa manera, la gente empezó a llamarme el『Rey del Asesinato』.

A mí no me importan los apodos, pero este me gustaba ya que sonaba como si diera afirmación a mi forma de vida.

「Hey, Gordes-san. ¿Dando un paseo hoy también?」

「Sí, hoy hace buen tiempo.」

No he dicho nada de eso, ¿te estás volviendo más senil?

¿Por una gran moneda de cobre?　Entonces la tomaré.

「Nunca dije eso, y es casi lo mismo que el precio de coste.」

“Voy a tener una cita con Yunmei”.

「¿No es Yunmei el nombre del perro de este barrio?」

「Ho, ho, ho.」

De camino al trabajo, con una sola moneda, conseguí fruta fresca y jugosa a un precio ínfimo.

「Uuhm, que dulzura tan buena…Ho?」

Así terminando el trabajo vuelvo a mi casa conocida públicamente, pero parece que alguien ha estado allí.

「Dios mío, ¿ladrones tal vez?」

（Si es así, entonces ya sé a quién voy a matar después.）

「¿Hmm?　 ¿Qué, alguien dejó una carta? 」

Encima de la mesa simplista había un papel de escribir corriente.

「…Hmm, pensar que esa petición vendría directamente aquí. Enviado de la Santa… Eso sí que es sospechoso, realmente sospechoso… Santa… Me gustaría asesinarla algún día.」

Hii hii hii, suelta una carcajada.

Me gustaría hundir mi espada en esa suave piel clara que alguna vez he visto de lejos.

Mientras pensaba eso, rompí el sello y leí la carta.

「La ciudad de la hechicería, Carbonheim…?　 En el oeste, eh. El clima frío es malo para mis viejos huesos.」

Bueno, bueno, bueno, me pregunto cómo sería matar a un héroe.